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domingo, 15 de julio de 2012

¡Tan solo hay que imaginar!

¡Sábado!, ¡5 de la tarde!, ¡se levanta el telón!, y como si se tratara de una botella de champán que ha sido agitada, justo en ese momento empieza a liberarse toda la tensión acumulada en muchos días de preparación.

Mientras Peter Pan y Campanilla evolucionan por el escenario derrochando alegría, mostrando su profesionalidad y buen hacer, y contagiando a todos los presentes de la magia del momento, un ramillete de pequeñas campanillas plantan cara al escenario observando, con ojos de admiración y cara de ilusión, como sus dos compañeros, en esos momentos ídolos, secuestran a todos los presentes en la sala para llevárselos con ellos durante un momento al país de nunca jamás.

Nunca los Niños Perdidos han estado mejor encontrados. Nunca unas Sirenitas han evolucionado fuera del agua como si no lo estuvieran (la demostración del movimiento sin movimiento). Al compás de la música, unos y otros disfrutaban de lo que hacían, con gracia, con soltura, con inocencia…, y con imaginación.

Es el momento de que Wendy nos recuerde que hay edad para todo, y que no debemos correr para crecer. Junto con Juan y Miguel, y todo un coro de sincronizados acompañantes, reparten gracia con toda naturalidad, sabiduría y con toda la inocencia de que todavía son capaces. ¡El escenario se les queda pequeño! Cual estrellas curtidas en mil apariciones arrastran con ellos al publico presente como si un coro imaginario les acompañara a sus pasos perfectamente sincronizados. Y fundida en un abrazo con Peter Pan nos recuerda que quizás es momento de crecer para algunos, pero sin perder el tesoro de lo que hasta ahora se ha vivido, y la imaginación cultivada.

Hadas del bosque ágiles y sensuales, Indios con bailes rítmicos y Piratas preocupados por hacer que la cordura también sea imaginación. Todos en su rol, perfectamente orquestado. Piezas de un macro puzzle salido de, y diseñado por, una mente brillante y profesional, en esos momentos oculta tras las bambalinas, e inmerso en el cuidado y la orquestación hasta el último momento de detalles y más detalles. Un macro puzzle que a cada paso va cobrando vida y forma, y como cual engranaje de la mejor obra de ingeniería jamás pensada, hace que todos, sin perder nunca la sonrisa en su boca, hagan su cometido y queden finalmente perfectamente ensamblados.

Peter Pan se impone a Garfio. La ilusión se impone a la razón. Y la primera parte del espectáculo llega a su fin. Todos los ARTISTAS, desde los más pequeños a los más grandes, hacen aparición en el escenario con salero y esa alegría que en ningún momento han perdido. ¡¡ La sala explota !! No es para menos, y las caras lo manifiestan.

 

Un descanso para reagrupar, recordar instrucciones, … y a poner en marcha de nuevo la maquinaria.

Un Flashback que muchos quisieran para si, y que aprovecho para , simplemente, hacer pinceladas de algunos momentos.

Para todos esos que puedan pensar la incompatibilidad de la danza clásica con la moderna (en todas sus variantes), sería educativo a la vez que divulgativo, el que pudieran presenciar un espectáculo como el que tuvimos el lujo de ver los que estuvimos presente, algunos de los cuales (entre los que me incluyo) con sesión doble. La música es música, la danza es danza, … el arte es arte. Y todo ello combinado, sigue siendo arte, y lo enriquece.

No puedo olvidar el ¡¡ Oh Baby!!, que le planta una ricura vestida de rosa al galán tipo-duro de su mismo tamaño al final de la actuación en Barbie Girls. Y todo ello después de haber estado repartiendo alegría durante el tiempo de permanencia en el escenario.

Tampoco se puede olvidar el talento innato con que evolucionaron y realizaron su actuación aquellos miembros de niveles avanzados. Profesionalismo, encanto, saber estar, y algo que a veces se olvida y que en esta ocasión había de sobra: disfrutar con lo que se hace. ¡esa es la gran diferencia!. DIVAS, sí: nunca mejor dicho.

Paso a paso, a un ritmo vertiginoso a la vez que agradecido, todos fuimos testigos de una colección de momentos irrepetibles. Música de muy variados estilos, todos magistralmente expuestos al son de pasos de baile de muy diversa y perfecta ejecución.

EVERYBODY, MUSIC, JANET, WELCOME, TORN, WONDERFUL LIFE. Una colección de momentos irrepetibles, regalo para nuestras retinas y experiencia para sus ejecutores.

Y para finalizar, un FROZEN que jamás me hubiera imaginado expresado en la forma en que lo hicieron, y que consiguió "congelar" durante un momento el ambiente, cuando veíamos deslizarse sobre sus pasos a los que los ejecutaban de forma serena y natural. ¡para que luego digan que lo moderno está reñido con la elegancia!.

 

A continuación, un momento especial. Aquel en el que el Maestro sube al escenario y regala a los presentes una coreografía en solitario sobre las notas de un piano: sencillo y totalmente expresivo. La combinación no podía haber sido mejor.

 

Pero todo lo bueno termina acabando. Y este trocito de buen hacer llegó nuevamente a su fin. Casi seis horas después de que se descorchara y con dos funciones a sus espaldas, ahora sí que la botella de champán había descargado toda su tensión. No había resaca, solo una inmensa alegría y un júbilo de algo bien hecho. ¡Esto es lo que se llama Espectáculo!

 

Un año más, hemos tenido el placer de ver una puesta en escena de lujo. Soy un amante de la fotografía, y debo decir que al igual que la ejecución, la escenografía ha sido un cuento cuidado al más mínimo detalle, desde luces, imágenes, atrezzo, etc, y solo puedo decir, en forma onomatopéyica: ¡plas! ¡plas! ¡plas!..... ¡plas! ¡plas!.

 

Es curioso como desde afuera, 2 horas de espectáculo puedan parecer fácil. Pero nada termina siendo un éxito ni termina con tan buen sabor de boca si antes no se han dado una serie de condiciones. Entre ellas, sacrificio, dedicación, meticulosidad, preocupación, aguante y tiempo, mucho tiempo, dedicado a crear lo que finalmente se convirtió en una "belleza de ejecución".

Para los que no lo sepan, simplemente decir que los más exigentes fueron los propios bailarines (artistas al fin y al cabo). En unos casos disgustos por no haber realizado este o aquel paso de una forma impecable, y que aunque de cara al espectador, fue inmejorable, para su propia exigencia no estaban satisfechos. Problemas con este o aquel atrezzo, nada achacables a los bailarines, y que para los que estábamos en la sala podían no percibirse, pero que para los ejecutores significaba haber sabido desenvolverse ante un problema imprevisto, o no haber podido disfrutar 100% de lo que estaban haciendo.

Pero también decir que el alma mater y creador de este evento tiene algo que lo diferencia. Y es que en cada momento tuvo palabras de aliento y de "reconocimiento" hacia sus alumnos. De igual manera que ha exigido nivel durante toda la preparación, también ha sabido reconocer para todos y cada uno de ellos el esfuerzo dedicado y las ganas que le pusieron a la actuación y ejecución. Esto le honra y le engrandece.

 

Por todo ello solo puedo expresar mi agradecimiento a todas las personas que hicieron posible que este espectáculo viera la luz: estilistas, peluqueros, maquilladores, iluminación y sonido, colaboradores todos, y, como no, al "padre" de la criatura y maestro de las coreografiías: Rubén.

A él en particular, gracias por contribuir a que los sueños y aspiraciones de nuestros hijos vayan tomando forma en la gratificante actividad que han tenido la suerte de descubrir y en la que con su buen saber y profesionalidad se están formando.

¡A todos ellos, gracias por habernos hecho disfrutar de un gran momento!.

 

Es un sueño. Es magia. Soñar, volar,… vivir aunque sea a dos metros del suelo y en una nube.

¡Tan solo hay que imaginar!