Cuando haces sesiones fotográficas con
modelos, o cuando haces fotografía de moda, tengo muy presente que lo que se
captan son sensaciones, y que no es obra de uno solo.
Desgraciadamente hay muchos fotógrafos a
los que el Ego les puede, y piensan que la foto existe gracias a ellos solos. Ilusos.
No concibo una fotografía en la que
intervengan personas y en la que no se considere la participación de todos.
En mi caso siempre digo que, si la
fotografía sale mal, la culpa es mía y solo mía, porque no he sabido captar la
esencia de lo que tenía delante. Y si la foto sale bien, es gracias a todos los
que han participado, modelos, maquilladores, estilismo, y, también, mi granito
de arena.
Hoy quiero dedicar una reflexión a un
grupo de esos participantes, que considero tan importante como cualquiera de
los demás, y que normalmente no salen en la foto, sino que quedan en el
anonimato de la imagen pero que han tenido mucho que ver en que esas
sensaciones se transmitan en su justa medida.
Me refiero a los profesionales del
maquillaje. Esos que hacen que las y los modelos luzcan con un punto de
iluminación adicional al que de por sí ya traen, y que convierten a esos
modelos en protagonistas de la historia que tú has ideado, dando ese toque
mágico que llevan los colores magistralmente combinados y perfectamente
plasmados sobre un fondo natural como es la propia persona, realzando su
personalidad o incluso cambiándola acorde a lo que la historia requiera. Son
esas personas que son capaces de percibir lo que te rodea y traducirlo en
tonos, colores, bases, sombras, líneas…, que se acoplan al cuerpo como si
formaran parte innata de él.
Cuando los ves trabajar te das cuenta de
que disfrutan de lo que hacen, y que no decaen ni se rinden por muchos
problemas o inconvenientes que se puedan presentar. Siempre buscan la forma de
solventarlo y seguir creando sus obras. Y lo que es mejor…, lo hacen con buen
humor, buen talante, aflorando en cada momento su creatividad. Eso les
distingue de otros que solo “pintan” caras.
Así que, es justo reconocerles su valor,
su trabajo y brindarles mi admiración por la forma en que lo hacen.
Quiero mostrarles un ejemplo, tomado del
pasado sábado durante la preparación de un desfile en el Festivasl de Mesa y López
celebrado en Las Palmas.
Les voy a mostrar 4 imágenes en las que
desfila una modelo luciendo un maquillaje “body-painting” y que sale a la
pasarela acompañado con el maquillador que ha llevado la mayor parte de la
ejecución del diseño.
Al salir a la pasarela se repite el
mismo esquema. La o el modelo deslumbra, y atrae toda la atención del público
presente.
Les voy a pedir algo: en las cuatro
fotografías que acompaño ¡fíjense en la cara de la maquilladora! (esa persona
con camiseta blanca que se queda al principio de la pasarela.
Mientras todos miran al modelo, y
admiran la obra final, la maquilladora mira con ojos de “madre” a ese niño que
se echa a andar, que empieza a dar sus primeros pasos recién nacido. Sus ojos lo dicen todo.
En mi caso, y sin desmerecer la obra
final que lucía el o la modelo, lo que me atrajo fue precisamente eso. Es lo
que le dio vida y sentido a esa foto.
Para que después digan que no es
importante su participación.
Desde aquí mi agradecimiento a todos
aquellos que se dedican vocacionalmente a ello, algunos de los cuales he tenido el placer de
conocer o contactar en algún momento: Marta Artiles, Ana Lidia Alonso, Mila
Guzmán, Tania Galván, Cathaysa Galván,… y perdónenme todos aquellos que
deberían estar mencionados y se me han escapado. Mi reconocimiento va para todos.
Egoístamente les pediría solo una cosa: Sigan llenando de color y fantasía el
lado humano de la fotografía.