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miércoles, 27 de octubre de 2010

Etiquetas

Estamos rodeados de etiquetas. De todos los gustos y para todos los usos: alimentarias, nocivas, peligro, denominativas, etc.

Lo normal es que esa  etiqueta identifique claramente aquello a lo que se adhiere. Y debe hacerlo sin lugar a equívocos.

 

Mientras estemos ciñéndonos a un entorno físico, palpable, material, así será, y la función para la que fueron diseñadas se estará cumpliendo fielmente.

Pero el ser humano, usa indiscriminadamente todos los recursos que a su alcance se ponen, y en ocasiones aplica significados que debieran ser metafóricos a contenidos que en ningún caso lo permiten. Y así llegaron otras clases de etiqueta: de conducta, de filiación, de creencias, etc. La única y gran diferencia con las otras, es que su descripción, con mucha facilidad, resulta engañosa, o cuanto menos no definida.

 

En este ámbito de las apreciaciones, y para cualquier colectivo que se intente etiquetar, lo que nos vamos a encontrar es que muy pocas veces lo que la etiqueta indica obedece al contenido del continente, y por dos razones: o bien porque realmente se está etiquetando con un calificativo algo no se corresponde, o bien porque se está etiquetando algo que no lo es, pero que se compra y se acepta como tal. Quizás esto último sea lo peor.

 

Todos hemos visto los mensajes que con un marcado objetivo medioambiental o de salud nos llegan para que comprobemos en lo que usamos y en lo que comemos que sean componentes biodegradables, preferiblemente sin colorantes, conservantes, etc., que no sean nocivos para nuestra biosfera. Seguro que en más de una ocasión miramos estos detalles, especialmente la fecha de caducidad.

 

Entonces, ¿por qué no somos iguales de severos con otros recursos que afectan igual o peor a nuestra salud y medioambiente, pero que vienen etiquetados con papelitos de colores y carnets de afiliación? ¿Por qué no comprobamos su contenido y su legalidad antes de usarlos, consumirlos o, simplemente, identificarnos con ellos?

 

Soy enemigo de esta clase de etiquetas. No alcanzo a comprender eso de "por el bien de la etiqueta", o "son las directrices de la etiqueta".

 

Tenemos muchas etiquetas de este tipo en nuestro entorno: gremios, asociaciones, sindicatos, y, las peores, los partidos políticos. Estas últimas son las peores, no por lo que son, sino por aquello en lo que se han convertido.

He visto personas negar de sus principios por, simplemente, seguir la directriz de un partido.

He visto personas negar lo evidente por, simplemente, no interesar al partido.

Y al final he visto personas cabreadas, porque antepusieron a sus creencias los intereses de otros pensando que podían ser los suyos, enarbolando la bandera del progreso o el bienestar, confiando en una recompensa, y al final ésta no solo llega, sino que ni siquiera se cuenta con ellos. A algunos los he visto cambiar de etiqueta..., y vuelta a empezar.

 

No entiendo esa clase de esclavitud.

Si pienso que una propuesta es buena y puede aportar algo beneficioso a mi entorno, sociedad, comunidad, etc., la apoyo. Me da igual quien la propone. No miro primero de que partido es, si tiene tal o cual etiqueta. Solo reflexiono, comparto o no opinión, y en consecuencia actúo.

Hay un término (también etiqueta) que hace bastante daño desde que la democracia lo es, y desde que algunos partidos (normalmente con muchos seguidores) empezaron a valorar más el poder por el poder, que el bienestar general: La oposición. En algunos casos la han llegado a llamar Oposición Responsable. ¡tremendo!.

Da igual el color o la etiqueta del partido que no tiene el poder. Su misión se convierte en decir no a todo y a buscar pegas, inconvenientes  (pero siempre demagógicos) a lo que digan los demás. Lo que define si algo es bueno o no para una comunidad no es su resultado esperado, sino el lado del poder en el que está el color lo propone. ¡triste pero cierto!.

 

He leído un artículo reciente sobre los "negros", esos personajes invisibles de cara al mundo mediático, esos escritores "de pago" creadores de textos literarios que son los que sustentan la imagen del discurso de determinados personajes. Pues bien, todavía  no he visto un discurso que diga algo claro. Solo se manejan términos de conveniencia, que queden bien en un momento dado. Pero nada definido. Ese es el arte de hablar sin decir nada, pero que suene bien. (¿les suena de algo eso de "la solución del paro en nuestro país está en la creación de empleo? . ¡¡Si, y la del hambre está en comer!!. Pero hasta ahora nadie ha dicho como crearlo ni como quitar el hambre).

 

Hace poco también he leído una triada de artículos de un dirigente local que con el intento de llamar la atención sobre soluciones para el paro, lo que hacía era un repaso de ideas generales,  que han sido utilizadas por todos los grupos políticos de cualquier creencia y color en un momento u otro, porque es que la lógica pura así lo indica. Pero puesto en un artículo, no sé si redactado por un "negro" o no, quedaba bien de cara a la galería. Era curioso, un título para llamar la atención, y un contenido de mitin electoral, pero soluciones claras, ninguna: solo líneas generales de las de libro.

 

Estoy cansado de los "hay que". Peor aún, no veo en el horizonte ningún "hagamos esto".

El día que alguien se "moje", lo llamarán loco, y todas las etiquetas, hasta ahora enemigas entre sí, formarán alianza para ir en su contra.

 

Si tuviera que decantarme por una etiqueta, esa sería: Agítese antes de usar.

Si después de agitar el resultado, el contenido de su continente, es homogéneo, merecerá la pena abrir el envase y ver qué nos ofrece. Si después sigue turbio o difuminado, mejor desechar, posiblemente esté pasado de fecha.

 

Mientras tanto, seguiré persistente en mis ideas hasta que alguien o algo me convenza de lo contrario. En ese camino quizás consiga impregnar de las mismas a algunos cuantos y consigamos entre todos cambiar el "discurso" que nos quieren dar.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Inútiles

Inútiles (y encima creídos).
 

De cómo una amistad consigue lo que una buena preparación no.

De cómo el cubrirse las espaldas con fieles "yes men" crea una cortina de humo ante lo evidente.

Y lo que es peor, de cómo la inutilidad se intenta paliar con palabrería. Palabrería que se usa para dar opinión sesgada y gratuita sobre el escalón inmediato inferior, el cual, como no tiene ni voz ni voto, no tiene como hacerse oír (para eso es la cortina de humo), y siempre saldrá mal parado.

¿Han visto alguna vez un triángulo de las bermudas (aquél donde todo lo que entra se pierde o desaparece…)?. Yo sí, y desgraciadamente en más de una ocasión. Y aquí no vale ni tiene nada que ver el origen o la antigüedad de los interlocutores, solamente el grado de intencionalidad que se aplica en función de lo que interesa o no.

 
Muchas veces he pensado que las altas esferas se rodeaban de gente mayor siempre, y a propósito, por aquello de la experiencia, y que no daban oportunidades a gente con menos edad. Lo primero que te venía a la cabeza era la "discriminación" que se hacía por razón de amistad o de edad del círculo que elige. Podría incluso aceptar relacionarlo con el hecho de estar preparado o no.

 

Pero también he observado que algunas altas esferas son tan "listas" que precisamente se han rodeado " a conveniencia" de gente bastante joven, y he visto por qué: principalmente porque son maleables, toman lo que de ellos les interesa, les dicen los que les interesa, y éstos tragan con lo que sea. Las altas esferas están contentas porque tienen marionetas para su teatro, y las marionetas también están contentas, porque se creen autores, cuando solo son intérpretes de un guión de otros, ya sea improvisado o no. Es un estilo de dirección de los que nunca encontraremos en los libros. Oficialmente no se hace.

 

 Y después quieren categorizarse como "gran empresa".

¿Qué es lo que define una gran empresa? ¿El tamaño?. No. Indudablemente, su gestión y su proyección de futuro. Planificar no es pensar cómo me hago más rico, sino como me puede perdurar una situación de desahogo que debiera ir "in crescendo" (el margen va con ello).

 

No nos quedemos con el mero símil de empresa. Apliquemos lo dicho a cualquier colectivo que emana poder directo.

Nuestro vida, comprometida o no, está muy ligada, vinculada y afectada por ciertas "empresas", no siempre mercantiles sino políticas y sociales, cuyas altas esferas se guían por los mismos parámetros que los descritos en las líneas anteriores.

Desgraciadamente, en estos casos el Marketing y los Asesores de Imagen actúan como pantalla, como traductores de conveniencia entre lo que se quiere que se vea y lo que realmente se debería ver. ¡Vamos un Reality en toda regla!.

 

Si nuestra relación con ellos la basáramos en una mano de póker, estarían llenos de "faroles". Llegaría un momento en que no sabríamos cuándo hablan en serio y cuándo no. El problema es que todavía hay mucha gente que no sabe reconocer un farol, o lo que es peor, que reconociéndolo son capaces de justificarlo.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Críticos de la vida...

¿Quién no ha oído alguna vez eso de "está de miedo", o "es un paquete", para referirse a una película de las que están en cartelera en un momento determinado?

Y muchas veces nos dejamos guiar por esos comentarios para no verla,… o para vetar algo.

Si esos comentarios vinieran de alguien de nuestra confianza, del que conocemos sus ideas y modo de vida, posiblemente habremos hecho una valoración previa en nuestro subconsciente y adoptamos como nuestra su opinión. Pero, ¿qué ocurre cuando esos comentarios vienen de personas que no conocemos en profundidad, sino solo de terceras, o, lo que es peor, de pantalla?

 

Hace poco leía en algún periódico, a propósito de la última película de Julia Roberts, que había sido un desacierto, una película más del montón.

Pues bien, no soy de los que se dejan guiar por opiniones aisladas, así que la he visto. Sinceramente, no comparto esa crítica. Posiblemente algunos episodios de la película podrían sobrar o haberse tratado de otra forma, al igual que la medida de muchos valores puestos en cuestionamiento en la misma. Pero el fondo, el argumento y el mensaje, creo que está más que logrado: Come, Reza, Ama…, ¡Vive!. Pero es posible que como no había tiros, ni muertos desangrados, ni paisajes futuristas con personajes más que raros, ni nada de lo que algunos han dado en definir como la norma de la moda actual que vende, la quieran tachar de mediocre. ¡Qué lástima!

 

También semanas atrás, estaba plantando en la taquilla de un cine, intentando decidir qué película ver, y como tengo claro mis gustos, pero desconozco lo que me ofrecen (los "tráilers" de películas son merchandising, por lo que no hay que guiarse siempre), no se me ocurre otra cosa que pedir opinión a la persona de la taquilla sobre las únicas dos películas que, en la oferta que daban, no quedaban excluidas de mis criterios previos: una supuesta comedia romántica de cuyo título no me acuerdo y El Americano. Su respuesta fue tajante: ¡El Americano es de Geroge Clooney!. Como diciendo: ¡vamos, usted es tonto si no la ve, es acierto seguro!. Finalmente me decidí por ella.

Pues bien, en mi modesta opinión, y salvo la fotografía, que me pareció muy lograda, la película burdamente la resumo con el comentario de una persona de la fila de delante: "molta mierda". Una trama sin fondo o un fondo sin trama.

Curiosamente ambas películas tienen un fondo común: una pelea interna del personaje principal contra sus propios sentimientos. La diferencia es que la primera la muestra en toda su amplitud y planteamientos, y la segunda, utiliza hora y media de película con un argumento inútil, para desenmascarar la decisión ya tomada en el fotograma 3.

 

Sirva todo lo dicho anteriormente para recalcar que en nuestro mundo nos rodean infinidad de personajes, muchos de ellos muy lejanos, pero que viven muy cerca nuestro, casi en nuestra propia casa por la fuerza que los medios de comunicación les brinda, principalmente los medios visuales como la televisión, y que se esconden y utilizan esos medios que no permiten captar en tres dimensiones, para transmitir mensajes planos y de conveniencia.

No nos dejemos llevar por mensajes oportunistas, que siempre buscan aquellos puntos débiles del oyente para usarlos en su discurso oratorio y publicitario.

No olvidemos que nuestros personajes públicos (políticos o no) no hacen otra cosa que publicidad, pero si no contrastamos las etiquetas de lo que compramos o votamos, nos podemos encontrar con sorpresas. Indaguemos en el entorno de nuestros personajes, para saber cómo verdaderamente son antes de darles nuestro beneplácito. El guiarnos por el de al lado puede darnos dolor de cabeza. No tengamos miedo de decir abiertamente lo que pensamos.

Ya ha empezado la campaña electoral. Y si no, prueben a repasar en la prensa que lean a diario o en los noticiarios que vean, cuantos encuentros vecinales, encuentros de trabajo se van a empezar a hacer ahora. ¿Qué pasa, que en los tres años anteriores no han tenido tiempo? ¡Qué engaño! Todos ellos saben muy bien que la memoria del electorado suele ser muy corta, por lo que solo les queda en la retina lo último, y por eso, es ahora cuando empiezan a moverse, pero solo para salir en fotos, con colectivos, asociaciones, etc., e interesándose (con anuncio en prensa y televisión por medio) por determinadas causas de interés, que lo han sido siempre, pero que ahora entran en el interés de esos personajes. Pero no se engañen: no se fíen mucho, que posiblemente solo lo necesiten hasta las elecciones.  Después, se dedicarán a lo que han hecho en estos tres años: vigilar al contrincante, solo para descalificarlo, y, por lo demás, nada (¡ah! bueno, sí han hecho algo: gastar).

 

Antes de postular por una vía u otra, piensen en sus propias necesidades, y planteen a todos estos personajes sus propias dudas. No dejen que les respondan con "palabros" raros, porque ello significa que no son capaces de ponerse a su altura, sino que siguen marcando distancia.

Y si analizando su entorno, no les encuentran capaces de hacer lo que dicen, concédanse el beneficio de la duda en cuanto a lo que prometen, y busquen otra opción.

Ahora aparecerán algunas células nuevas con supuestas ganas renovadas. No sabemos si están contagiadas. No sabemos si salen para ayudar o porque en otro lado no les han dado protagonismo.

Necesitamos gente comprometida, no gente que están acostumbradas a vivir de esta clase de cuentos, y a los que, posiblemente, se le han olvidado sus principios, presionados por "las etiquetas" de los partidos. Pero de eso hablaremos en otra ocasión.

 

Mi recomendación: Coman, Recen, Amen,… en definitiva ¡Vivan!, y procuren hacerlo lo más felices posible. Nadie de los que está en el panorama mediático actual les va a ayudar, y mucho menos sin salir ganando.