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martes, 31 de diciembre de 2013

Una reflexión de última hora.


31 de Diciembre de 2013.

Estamos en un día en el que parece que todo se acaba. Aparte de locuras festivas y afán de desmadre que se percibe en algunos sitios, parece como si nos fuera la vida en el día de hoy.

Los medios audiovisuales, radio, televisión, prensa escrita, etc. nos vuelven locos recordando lo sucedido en los últimos 365 días. ¡Ay que ver! Siempre mirando atrás.

Yo prefiero pensar en todo lo que me queda por hacer, y cuánto de ello quiero hacer en el próximo año. Tengo mis objetivos, tengo mis ilusiones, tengo mis sueños, y quiero caminar hacia ellos. Lo pasado queda como mochila de experiencia para el futuro, que es lo que realmente me importa.

Sé que no será fácil, y más con los tiempos que corren y el mundo en el que vivo, pero nadie me quitará las ganas.

Nos ha tocado vivir en un mundo completamente loco. ¿Por qué?, pues porque:

-       Es de locos ver como se pagan millones de euros/dólares para contratar a un señor que lo único que hace es correr detrás de una pelota, mientras parece que duele el alma cuando pedimos de hacer una mínima aportación a cualquier causa justa.

-       Es de locos que se organicen condumios del alto copete con comidas de nombre irreconocibles hechas por majestuosos chef's  y a un precio astronómico por cubierto bajo la excusa de recaudación solidaria, cuando la verdadera solidaridad es que el condumio se pudiera traducir en bocatas, hamburguesas o comida de primera necesidad para entregar a quienes lo están pasando mal.

-       Es de locos que la justicia esté siendo juzgada por los malhechores.

-       Es de locos que a alguien se le prive de su vida, y quien lo haya hecho esté viviendo holgada y sufragadamente de un gobierno incompetente que no ha sabido aplicarle el castigo merecido.

-       Es de locos que la mentira haya llegado al poder y con el respaldo del voto del "cabreo" esté construyendo un feudo de garantías personales y particulares.

-       Es de locos que le necedad y miseria de quienes rigen nuestros destinos políticos condenen impunemente a un enfermo a la muerte por no sufragarle un medicamento vital mientras por otro lado se aumentan partidas presupuestarias para sostener a entidades y asociaciones políticas que terminarán gastándolo en viajes, copetes y fiestorros que nada tienen que ver con su supuesta actividad.

-       Es de locos que la conciencia ciudadana no responda ante este o aquel maltrato humano o privación de derechos fundamentales, pero sin embargo responda abrumadoramente si de lo que se trata es de gritar o pelear por este o aquel equipo de fútbol, y encima pagando por hacerlo.

-       Es de locos que un investigador o estudiante tenga que pasar mil pruebas subjetivas que demuestren su capacidad para poder optar a un puesto de trabajo, y sin embargo aquellos que tienen una responsabilidad enorme sobre el colectivo de un país, solo necesiten ser amigo de este o aquel figurín, sin importar si tiene conocimientos para lo que vaya a desempeñar.

-       Es de locos que mientras aumenta desesperadamente el nivel de pobreza, también aumente exponencialmente la riqueza de los "poderosos", creando un siglo XXI feudal de señores que ese enriquecen a costa de los plebeyos que pagan.

 Así y todo, en este entorno de locura sigo peleando por mis sueños.

Aunque me tropiece con gente que parece que está deseando que fracase para vociferar aquello de "ya te lo dije",  también sé que me encontraré con gente que me dará ánimos, que me enseñará cosas nuevas sin pedir nada a cambio, y que me bridarán su amistad para lo que se tercie.

Sé que mi  ámbito de influencia no es muy grande. Pero dentro de él me propongo conseguir lo que quiero. Y espero que otros, en sus ámbitos de influencia hagan lo mismo, hasta que consigamos crear una influencia común que poco a poco se vaya multiplicando.

Respeto a todos los que me rodean, sean como sean y tengan el pensamiento que tengan. Pero no a todos los acompañaré en su camino. Tampoco espero que me acompañen en el mío. No vivo queriendo agradar a todo el mundo ni mucho menos. Solo quiero ser consecuente con mis propias convicciones, actuar conforme a mis principios y aceptando que puedo estar equivocado, pero para ello tendrán que convencerme y argumentármelo. Estoy seguro de que el buen humor y el espíritu conciliador siempre me acompañará.

 
Por todo eso, abramos la puerta del nuevo año sin contemplaciones, sin miedos, sin reticencias, y ¡a descubrirlo!, ¡a moldearlo!, ¡a vivirlo!.

¡Es solo un escalón en el ascenso a nuestro propio descubrimiento!

viernes, 22 de noviembre de 2013

Príncipe Escéptico

Hoy estoy escéptico. Lo reconozco. Pero tranquilo, se me pasará…, tengo reservas para anular esa sensación.

Una luz rara se encendió en mis neuronas hace poco tiempo. Últimamente, será coincidencia o no, me he topado con varios casos, lecturas, imágenes, etc., que ponían de manifiesto el esfuerzo que el hombre hace (y quiero imaginar que lo hace queriendo, no aparentando) por contentar a su pareja o a esa persona a la que ama o a la que quisiera amar y busca su correspondencia o conquista.

Me considero un romántico, y reconozco que intentar crear un ambiente agradable y afable para dos es siempre mucho mejor que hacerlo para uno o no hacerlo. También reconozco que cuando quieres a alguien, cualquier esfuerzo te parece poco, siempre quieres contentar a esa persona más y con gestos, hechos o situaciones que le agraden.

Hablamos de fiestas sorpresa, hablamos de regalos inesperados, hablamos de lo que en una canción se describía como regar el jardín todos los días para que la flor no se marchite, hablamos de hacer que se cumplan los sueños de tu persona amada, hablamos de rebuscar recursos para siempre sorprender a esa persona afortunada por la que vives.

Pero también hablamos de saber consolarla, de ayudarla, de simplemente hacerle saber que estás a su lado, de participar de sus inquietudes, de compartir sus momentos buenos, de servirle de bastón cuando lo necesite. Esto también es amar.

Desgraciadamente existe el tópico de asociar romanticismo con cosas bonitas y sorpresivas.

Siempre diré que la primera etapa de conocimiento de dos personas es puro marketing. Pero al igual que en la vida real, cuando te compran, si no eres lo que has vendido, mal lo vas a llevar. Por eso, lo que realmente has de vender en esa primera etapa es lo que te comprometes a mantener de por vida. Yo prefiero venderme como un apoyo incondicional y alguien en quien poder confiar, que hacerlo como alguien que regala rosas o dice cosas bonitas (eso no quiere decir que también lo haga, pero no es el núcleo que me sustenta ni lo que me define).

Pero llegado este punto he de reconocer, por naturaleza propia del hombre y la mujer, que en la inmensa mayoría de los casos, es el hombre quien hace, o a quien se le exige, esa muestra de "romanticismo clásico".

¿Quién no ha oído eso de "ya no me regalas flores como antes? O el "ya no eres tan detallista como antes".

Es como si en esa surrealista discusión, la mujer siempre asume el papel de defraudada, y fuera el hombre el culpable de sus desgracias.

Por una vez quisiera que el sentido de las cosas fuera al revés. Que fuera el hombre quien dijera "ya no me aceptas como antes", o el "ya no me acompañas en mis salidas como antes". O incluso que él sea el que reciba flores o  tarjetas con pensamientos sinceros o declaraciones de amor verdadero.

De igual forma que lo que se le exige a un niño de 10 años no es lo mismo que lo que se le exige a un joven de 18, en el recorrido de la vida no es lo mismo compartirla con 20 que con 40. Y tampoco es justo que para ciertas cosas aceptemos la evolución del tiempo y el paso de los años, pero para otras algunos quieran seguir anclados unos años atrás.

¿De qué me vale regalar flores si cuando me necesite no voy a estar?

¿De qué me vale decirle cosas bonitas si a la primera de cambio no quiere escuchar?

Tendemos a tratar a nuestras parejas, y hablo como hombre romántico, como si fueran princesas, pero lo cierto es que:

-       Las princesas se convierten en reinas, y en muchas ocasiones ya no esperan cosas, sino que las exigen, sin darse cuenta de que signos hay muchos, y las muestras de "contigo hasta el final" se pueden tener de muchas formas distintas, no necesariamente con flores.

-       Los príncipes no solemos convertirnos en reyes, y por eso mismo, también sería justo que, al menos en nuestra época de príncipes, pudiéramos disfrutar de los mismos halagos y muestras de cariño que se nos exigen.

 

Lo he dicho al principio, estoy un tanto escéptico. Un príncipe escéptico. Se me pasará.

lunes, 14 de octubre de 2013

Me llaman Loco


Me llaman loco por madrugar para, simplemente, ver amanecer.

Me llaman loco por arrástrame por el suelo para fotografiar un insecto.

Me llaman loco por querer ver siempre el lado positivo de las cosas.

Me llaman loco por intentar tener paciencia ("pachorra") al afrontar las cosas.

Me llaman loco por ofrecer ayuda cuando no me la han pedido.

Me llaman loco por ayudar sin esperar nada a cambio.

Me llaman loco…, pero ni lo soy ni me llamo así.

¿Loco respecto de qué? ¿Loco comparado con qué o quién?

Vivimos en un mundo repleto de paradigmas. Si, paradigmas. Esas afirmaciones, hechos o sentencias que se dan por probadas o verdaderas, que nadie cuestiona sino que todo el mundo acepta como bueno o cierto. Un patrón, un modelo que se da por aceptado. Para muchos es cómodo vivir rodeado de paradigmas, porque te evita pensar, reflexionar o dilucidar si estás haciendo bien las cosas. Se supone que si respetas un paradigma, eres aceptado.

Particularmente pienso que un paradigma puede ser cierto, pero no infinitamente válido, y es sano replantearlo de vez en cuando. En mi caso, no es que prefiera estar cuestionándolo todo y siempre, solo que para cambiar de opinión respecto de lo que hago me tienen que convencer, y mientras no lo hagan, seguiré pensando lo mismo, máxime cuando nadie se ve perjudicado por ello, ni siquiera yo.

Hace años hicieron un experimento con chimpancés que es muy ilustrativo de lo que puede convertirse en un paradigma, sin serlo.

Encerraron a 4 chimpancés en una jaula grande, y todos los días le daban de comer plátanos por una puerta de la jaula. Transcurridos unos días empezaron a ponerle plátanos colgados en el otro lado de la jaula, y cuando alguno de los chimpancés se acercaba a los plátanos que colgaban para cogerlos, accionaban un chorro de agua a presión que los mojaban y que no paraba hasta que se alejaban.

Así siguieron día tras día hasta que, al final, ninguno de los chimpancés iba a coger plátanos de los que colgaban, sino solo de los que le dejaban por la puerta.

Llegados a ese punto, los científicos sacaron de la jaula a uno de los chimpancés, y metieron a uno nuevo. A la hora de comer les pusieron plátanos a través de la puerta, y también colgaron un racimo donde siempre. Los tres chimpancés que llevaban tiempo se dirigieron a los plátanos de la puerta, y el nuevo al ver el otro racimo se dirigió al que colgaba, que tenía menos pretendientes. Inmediatamente los otros tres salieron detrás de él y no le dejaban que cogiera de los que estaban colgados, empujándolo y pegándole hasta que abandonara el intento. Y así todos los días, hasta que ese nuevo chimpancé dejó de intentar coger el racimo colgado y se unía al resto de la manada para comer de los que les ponían por la puerta.

Los científicos sacaron otro chimpancé de los más antiguos y añadieron uno nuevo, y la casuística se repitió. El nuevo al ver que el racimo estaba solo se dirigía primero al colgado, pero los demás chimpancés iban enseguida tras él y a empujones y golpes hacían que abandonara el intento.

Con el tiempo, los científicos habían sacado de la jaula a los 4 chimpancés iniciales, y los que estaban dentro eran todos nuevos, nunca habían visto salir un chorro de agua cuando iban a coger los plátanos colgados, pero ninguno se acercaba, porque, simplemente, era la "costumbre, ejemplo o modelo" que le habían inculcado sus propios compañeros de especie.

¿Quién es más loco, el chimpancé nuevo que se plantea por qué no puedo coger esos plátanos, o los que llevan tiempo dentro que, sin saber por qué, asumen que esos plátanos no se pueden coger?.

Yo no les voy a quitar los suyos así que ¡déjenme comer mis plátanos!.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Carambolas...

Hace algunas semanas, y por obra y gracia de una de mis pasiones, la fotografía, los caprichos de los caminos que recorremos en nuestra vida me llevaron a conocer a una chica que gentilmente se prestó como modelo espontánea para una sesión de fotos que estaba haciendo para una amiga, sobre un contenido relacionado con su profesión.
Esa chica derrochaba alegría, el aura que la rodeaba era el de una persona alegre, divertida, con ganas de vivir, y que, por lo que trascendió de la conversación que hubo en el tiempo en que ella estuvo en la sala, derrochaba vitalidad. Incluso aunque se estuviera sometiendo, mientras hacíamos las fotos, a una cuasi tortura para poder continuar con lo que creo que es su pasión: bailar.

Externamente, todo hay que decirlo, es muy guapa. Sí, no se puede negar. Algunos le dirían "eres un bombón". Yo prefiero "eres hermosa".

Pero lo que realmente me llamó poderosamente la atención es que, en algunas ocasiones, su cara alegre parecía traspasar a otro mundo. Es como si esa alegría estuviera alimentada en mil cicatrices. Como si esa vitalidad, más que una convicción fuera una necesidad.

Poco después, y de una forma indirecta, he podido conocer, o mejor dicho, intuir, como creo que es ella desde el punto de vista de forma de pensar, de ver su propia vida y de afrontarla. No suelo equivocarme con mis primeras impresiones, y si en este caso lo hago, le pido disculpas. Si así fuera, me servirá para aprender algo más.

Si externamente es muy guapa, la impresión que tengo ahora es que internamente sobrepasa cualquier calificativo de bondad y de riqueza humana que puedan pensar. Un verdadero tesoro. Eso sí, un tesoro posiblemente forjado en mil desilusiones, en mil escapadas hacia delante, y en una capacidad de regeneración sorprendente.

A ella le dedico esta reflexión.
No me malinterpretes. Si crees que me he metido donde no me llaman, aceptaré con gusto tu reprimenda, pero por mi forma de ser, cuando algo llama mi atención, y esa atención me dice que no está de más brindar tu apoyo, tu ayuda a alguien, lo hago, en la forma en que sea. Y esta creo que puede ser una.

Lo primero que he visto, aunque creo que ya lo sabes, pero posiblemente no te imagines su alcance, es que "Hay muuucha gente que te quiere", gente de la buena, de la de verdad. También hay otros del momento o del interés momentáneo, pero esos no cuentan. Creo que lo sabes. Y también sabes, creo que por propia experiencia, que mientras tengas un "sí" para ayudar a los demás, siempre te dirán "qué buena eres", pero basta que un día, por la razón que sea, realmente no puedas ayudarles, aunque sea una sola vez, y esas mismas personas empezarán a decir "qué mala o qué egoísta eres". Desgraciadamente, la condición humana tiene esos arranques, pero no puedes dejar que te minen tu capacidad vital por ello.

No te dejes influenciar por esa clase de personas. Apóyate en los que realmente te aprecian.

Es cierto, la vida es un cúmulo de experiencias que empiezan por un simple paso. Después vendrán otros más largos o más cortos, unos con obstáculos, otros resbaladizos, pero también es cierto que en ese camino te encontrarás a gente en la que te podrás apoyar para sortearlos o para, simplemente, levantarte.  Y mientras avanzas por tu vida, no hay que tener prisa. Correr cuando tengas que correr, y pasear cuando tengas que pasear. Al final lo que siempre debe quedar es, simplemente ¡Vivir!.

Y otra verdad, vivir es crear, gozar, aprender, aprender a caer para no hacernos daño, incluso sufrir si con ello se da otro paso, pero sobre todo disfrutar de lo que nos rodea y de lo que somos capaces de hacer. Disfrutar de cada paso que demos, y aprender de lo que vemos a nuestro alrededor. A veces nos fijamos tanto en las virtudes de los demás que no somos capaces de ver las nuestras. ¡Y las tenemos!.

Cuando te encuentres piedras en el camino, míralas a la cara, desafíalas. Seguro que la próxima vez otra como ella no te engañará. Pero tampoco dejes que te afloren miedos por si acaso te encuentras otra. ¡Nunca!. Siempre camina adelante. Piedras siempre habrá. ¿cuántas?, Infinitas, incluso cuando estés plena de felicidad. Pero tú aprenderás a pasarlas. ¡No tengas miedo!. Disfrutar de las cosas es apreciarlas en todo su sentido. Los miedos pueden ser un gran profesor, y nunca debemos verlos como un freno. Solo como algo que tenemos que traspasar. Con esa energía que tienes, con esa fuerza de voluntad que veo que tienes, ¿quien dijo miedo?.

Seguro que en tu camino tropezarás con muchas clases distintas de piedras, que te provocarán caídas, alguna de ellas incluso lágrimas. Pero no dejes que las lágrimas sean de impotencia.
Las Lágrimas no son un consuelo de nada, tampoco es un parche de nada. Las lágrimas son una reacción espontánea a un sentimiento, y como tal hay que dejarlas salir, y beberlas para alimentarnos de su propia energía. Si, energía. Porque nadie ha dicho que las lágrimas son solo símbolo de tristeza. Pueden serlo de alegría. Y ¡qué sensación más dichosa cuando las lágrimas escapan de tus ojos porque tu corazón se ha llenado de buenas vibraciones! O cuando esos mismos ojos ven algo que le hace sentir feliz. En definitiva las lágrimas son el broche final de una emoción. Y aunque esa emoción no nos cause alegría, dejémosla salir para poder rearmarnos en fortaleza frente a lo que nos pueda perturbar, y en energía para poder dar y disfrutar.

No creo que sea cierto que las desilusiones te hagan abrir los ojos y cerrar el corazón, aunque sí es cierto que cuando esas desilusiones tienen que ver con las que tú hayas sentido respecto de tu corazón, te hacen que quieras protegerlo aún más. No caigas en el extremo. No cierres tu corazón. Solo edúcalo. Y lo más importante, no dejes que nadie, especialmente si llegas a la convicción de que no te merece, gobierne  desde el exterior el destino de tu corazón y te obligues tú misma a cerrarlo. Te estaría haciendo entrar en su juego, y el juego debes marcarlo tú. Decide tú quien entra y quien no, pero no cierres la puerta, porque, en cualquier momento alguien puede pasar y no ser capaz de tocar en la puerta de tu corazón, por miedo a hacerte daño o ser inoportuno, o lo que es peor, que estés tan ofuscada en tu interior que no lo oigas tocar.

¿Qué es la felicidad? Alguien dijo en una ocasión que la Felicidad es un grado de conformismo. Que entre más nos conformamos con las cosas más felices seremos.
Yo me considero un inconformista, y no por ello renuncio a ser feliz. Prefiero decir que felicidad es estar a gusto con uno mismo, perseguir sus sueños y tener siempre algo nuevo por lo que luchar.

Cuando te lleguen esos momentos en que piensas que  "la mejor manera de ser feliz con alguien es ser feliz solo, porque así la compañía será una elección, no una necesidad", piensa que curiosamente la felicidad es una necesidad, no una elección, aunque en nuestra mano está el elegir la forma en que queremos alcanzarla. Y te garantizo que si es en compañía de alguien mejor. Puede ser tu mejor amigo, puede ser tu hermano, puede ser el vecino del quinto, pero será tu propia elección, y si de esa elección sale tu compañero para el viaje de tu vida, ¿vas a renunciar a ello?
Nadie ha dicho que sea fácil, ni que encuentres a ese compañero de viaje a la primera, pero nunca abandonar la búsqueda, sin desesperación, solo con todos los sentidos volcados en tu propio destino. La soledad está bien para reflexionar por momentos, esos en los que nos reencontramos con nosotros mismos y nos planteamos un examen de nuestro interior, pero solo si no se convierte en una huida hacia adentro de ti misma.
 
No quiero cansarte más con mis reflexiones. Ya hablaremos en alguna ocasión, si así lo consideras. Mientras tanto:
¡Vive!, ¡lucha!, ¡disfruta!,¡aprende!, ¡comparte!, ¡da!, ¡camina!,  y admira lo que te rodea.

Es cierto que ningún mar en calma hace experto a un marinero. Pero también es cierto que un velero, aún con fuerte viento de frente, puede escoger su rumbo a donde quiera, incluso contra viento.

Apóyate en quienes te quieren, apóyate en aquello que te hace sentir bien (¿bailar?, ¿por qué no?), y lo más importante, escribe tu propia vida. No dejes que nadie te haga quebrar tu escritura. Podrás escribir tus renglones torcidos, pero SON TUS RENGLONES, nadie tiene derecho a cambiártelos si tú no quieres.

Sigo pensando que si la vida fuera una frase, la entonación con la que la decimos sería nuestro destino, y decírsela a alguien, lo que le da sentido.

Gracias por haberte conocido, y, aunque hayamos hablado en muy pocas ocasiones, si en cualquier momento necesitas mi ayuda con lo que sea y de la clase que sea, estaré encantado de brindártela.
 
Y mi deseo. Que los pasos de tu vida sean como aquellos con los que disfrutas bailando: unas veces cortos, una veces largos, unos rápidos, otros lentos, pero todos con ritmo aunque eso entrañe peligro. ¡Diseña la propia coreografía de tu vida!.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Más que presentación, agradecimiento. (Post en el Foro de Asoc. Foto Gran Canaria).

Hola a todos.

Hace ya casi 2 años tuve conocimiento de la existencia de la asociación Foto Gran Canaria, por una carambola de una de mis aficiones: la fotografía. Me hice socio y, he de reconocer, que no he sido todo lo activo que debiera haber sido, porque se supone que cuando entras a formar parte de una familia como esta, debes hacerlo con vocación participativa.

El maldito enemigo, y a la vez aliado, "tiempo" no me ha querido dar tregua, y he tenido que conformarme con ser casi más un observador por instantes minúsculos que un miembro. Pero ello me ha dado la oportunidad de darme cuenta de una característica de este Foro que posiblemente lo diferencie de otros que en alguna ocasión he visitado. Mires por donde lo mires, es un Foro donde lo que prima es el ansia de compartir, de aprender, de enseñar, en definitiva es un Foro de aceptación. Sí, de aceptación, porque no he visto una palabra disonante, ni más alta que otra, todos se aceptan entre sí tal cual son, y por eso mismo aceptan los puntos de vista que cada uno tenga, sean coincidentes o no. No hay escalafones, no hay clases, no  hay privilegios, es una comunidad de compartir experiencias y formas de verlas. Esa es su esencia. Esa es su riqueza.

Hay miembros a los que sin conocerlos admiro. Por su dominio, por su calidad de hablar, por su manera de ver las cosas, por su ansia de dar a conocer conocimientos y compartirlos, no quedárselos. A todos ellos Gracias.

Se supone que cada cual cuando hace una fotografía ha dejado en ella algo de su ser, por cómo la buscó, por cómo la encontró, por lo que con ella interpretó, incluso por lo que no pudo transmitir. Y he visto en el Foro "obras" de lujo. Obras que nada más verlas te han abofeteado diciéndote "despierta que estas tonto". Son esos los casos en los que yo digo que si una imagen vale más que mil palabras, y encima habla por sí sola, ¡es la leche!. Mi agradecimiento más sincero a todos por compartirlas.

En alguna ocasión espero poder conocerles en persona para darles las gracias de viva voz por la calidad humana que desprenden, y charlar de las luces que nos inundan. A ver si consigo que sea en breve.

Mientras tanto, y aunque en su momento hice mi presentación, solo decirles que este que escribe, Juan Francisco Sanabria (por papá) y Rivero (por mamá), alias Airban (por la fotografía), tiene ahora mismo 50 años pero se considera un adolescente en continuo reciclaje y es un bicho en evolución con gustos muy diversos. ¿Macrero? no me atrevería a definirme así por respeto a los maestros de esta disciplina, pero he de decir que disfruto una "jartá" viendo las cosas o cositas muy de cerca (un analógico de Nikon 60mm, aunque en uso digital, me acompaña y ayuda a hacerlo humildemente). La noche, aunque muchos digan que es la ausencia de Luz, me maravilla precisamente por la clase de luz que tiene y lo que a simple vista no se ve, y, no podía ser de otra forma, la fotografía nocturna siempre me despierta nuevas sensaciones. Como amante del submarinismo, hace algún tiempo descubrí el fabuloso mundo de las luces sumergidas, y desde entonces, cada vez que bajo a nuestros fondos salgo más convencido de lo maravillosa que es nuestra naturaleza, y por supuesto, siempre me traigo imágenes para la colección gracias a una Olympus 8000, compacta y sin posibilidad de manejo que no sea automático, pero bueno, es lo que hay. A veces consigo engañarla y obtengo cosas parecidas a las que quería sacar. Últimamente estoy haciendo prospección en sacar la personalidad de la gente en la fotografía de caretos y lo que de ello pende (poco a poco voy avanzando, con pasos muuuuuy lentos).  Pero en definitiva, me interesa todo aquello que puedas sintetizar en un recuadrito pequeño y mostrar con sensaciones a los demás. Poco me importa el qué dirán, sino lo que a  mí me dice. Y en cuanto a la herramienta principal, pues tengo una Nikon D80 de mis amores (si, si, se que ya es antiquita, pero es que no me da para más). El procesador se recalienta de mala manera como hagas cuatro tomas de 3/4 minutos, y como subas de ISO 450 te salen piedras en la imagen, pero, de momento me sigue acompañando. Antes lo hizo una Nikon F4 (que conseguí a cambio de un portátil de última generación en aquella época), una Nikon F301, una Zenith (¡Ay! que recuerdos), y mi primera cámara: una compacta Kodak, casi de juguete, que todavía guardo. Y acoplado a la D80 un Nikon VR 18-200 4.8-5.6, que, bueno, hace sus funciones y me obliga a agudizar el ingenio.

Y para terminar solo decirles que, después de un parón forzado, muy largo para mi gusto, ahora que parece puedo volver a las andadas, tengo el firme compromiso conmigo mismo de ser más participativo en el foro, aunque egoístamente sé que voy a obtener más de lo que pueda aportar. Solo pedirles que sepan disculparme si dicha participación no llegara a ser diaria.

Nuevamente, mi más sincera gratitud por acogerme en esta familia y dejar que me emborrache con vuestro buen hacer.

Les dejo una de las últimas imágenes capturadas. No es lo que parece, pero sí es lo que es.

Datos exif:
Nikon D80, f/11, 1/100s, Iso 100, 70mm
Flash SB800 y SB23 rebotados al techo (1/4) con disparador remoto.

 

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Cerrado por necesidad



Harto.

Harto de que mis planes se vayan a la porra, y no porque yo lo haya decidido.

Siempre cediendo para bien de los demás, siempre dejando para un segundo plano mis apetencias con el único fin de que mi entorno esté conforme y a gusto, porque se supone que eso redunda en que yo también lo estaría.

Y tu depósito de resistencia va vaciándose…

Siempre ayudando a los demás, dejando a un lado incluso tus propios intereses, para satisfacer los de otros que, a simple vista, te parecen más necesitados o en peor situación que la tuya. Y volviendo a reincidir incluso aun cuando te hayas dado cuenta de que no era así. Total, siempre tienes una mano dispuesta para ayudar a quien sea.

Y tu depósito de resistencia sigue vaciándose…

Cansado de que los demás den por hecho que suya es la razón, y que tú no lo haces bien. Ni siquiera valoran tu planteamiento. Simplemente como no opinas lo mismo, tú estás equivocado. Ellos no. Ni siquiera se plantean si la forma en que tú haces las cosas es válida. Simplemente es distinta de la suya, y por tanto, no vale.

Y tu depósito de resistencia se niega a perder su última gota…

Estás convencido de que la vida es bella, y un paraíso para disfrutar. Y para los que en determinadas ocasiones pierden su norte o empiezan a dejarse impregnar de nubes borrascosas en el horizonte de su inteligencia emocional siempre tienes palabras de ánimo. Siempre buscas argumentos, en los que confías y crees plenamente, para intentar convencerles de que hay más formas de ver las cosas, por lo general dos: optimista y pesimista; y que por salud propia, todo aspecto negativo seguro tiene un lado positivo. Pero la cerrazón y orgullo anti-consejo, incluso desprecio, que en ocasiones te lanzan aquellos a los que intentas ayudar, van rascando con dolor en tu propia reserva de fuerzas, máxime si quienes lo hacen forma parte de tu entorno más querido.

Y la última gota cayó…

Cierras todas tus puertas. Esas que has dejado abierta de par en par a todos los que te rodean para que puedan pedirte ayuda cada vez que lo necesiten sin ningún tipo de prejuicio. Esas que has franqueado en infinidad de ocasiones a riesgo propio simplemente para ayudar a otros. Esas que por dejar abiertas han permitido que aires nocivos impregnen tu propio interior, que para ti es sagrado. Lo haces con el firme y profundo convencimiento de que al final si no lo haces, vas a caer. Caer en tinieblas, en desasosiego, en perder la ilusión por lo que haces o por lo que te llena, en la frustración y en la apatía.

Quieres cortar con todo vínculo de aquello a lo que has pretendido ayudar, porque tu impotencia por ver que no consigues llegar puede más que el volverlo a intentar. Y te convences de que incluso puede ser bueno para quien no se deja ayudar. ¡Que se estampe!, a lo mejor así se da cuenta de lo equivocado de su razonamiento, aunque sea de la forma más dolorosa.

Estoy cansado.

Necesito respirar. Necesito alimentarme de todo aquello que me da alegría. Buscar variantes nuevas de mis propias aficiones, nuevos retos que me den ilusión, estudiarlos y llevarlos a cabo, aislándome del parecer de los demás. Regocijarme con las maravillas que nos rodean. En definitiva, pensar, aunque sea por un tiempo, más en mí.

¿Egoísta? Probablemente si. Y probablemente aquellos a los que he intentado ayudar incluso se atreverán a juzgar por encima de sus propios prejuicios, calificándome en un grupo de indeseables, porque siempre he ayudado sin que me lo pidieran, y ahora se verían en la situación de tenerlo que hacer. La empatía seguro que no es su fuerte. Si así fuera sabrían que para poder dar energía, primero hay que tenerla.

Pues sí, necesito ser algo egoísta, aunque sea por un tiempo. Necesito que mi vaso de capacidades, especialmente las emocionales, se recargue hasta un nivel mínimo aceptable. Me niego a no ayudar. Me niego a no ofrecer mi mano a quien la necesite, aunque ellos también tengan dos pero no sean capaces de verlas. Soy consciente de que no lo podré hacer si no rearmo mis capacidades, si no realimento mi estabilidad interior para ser capaz de ayudar y vencer a los contratiempos.

Cerrar capítulo, y empezar otro.

Sigo pensando que la vida es bella, que no la disfrutamos todo lo que debiéramos, sin entrar en detalles peliagudos o escabrosos del entorno y condicionantes de cada uno, que reir es mejor que llorar, y lo más importante: que nosotros, siempre, tenemos la opción de escoger.

Una sombra se produce porque al otro lado hay luz. Yo prefiero caminar hacia la luz, buscarla. Dejar las sombras detrás.

Pero, de momento, "cerrado por necesidad".

martes, 10 de septiembre de 2013

I + T




Caminaba por el paseo marítimo que va desde Melenara hasta La Garita, uno de mis sitios favoritos para, simplemente, caminar. Era media mañana y una ligera brisa con ciertos tintes marinos amenizaba el trayecto. No era la primera vez que lo hacía, pero, también es cierto que cada vez que lo hago siempre tiene algo distinto.

En uno de los tramos del paseo, después de pasar la zona llamada "Castellanos", muy apreciada por pescadores de caña para apostarse a disfrutar de su pasión, con el faro de Taliarte más atrás,  y bordeando por lo alto una pequeña cala de piedras, el trayecto tiene un casi imperceptible ascenso hacia el lado noreste de la cala para posteriormente seguir su trazado con un giro a la izquierda.

Allí, justo en ese giro, y sobre el borde del paseo hay apostado un banco mirando al mar. A modo de pasarela abierta y directa al infinito horizonte, observando la inmensidad del manto marino que se despliega ante él, invita a todo el que pasa a compartir con él la vista que la naturaleza, con sus caprichos y sabiduría, nos regala en este punto de la costa. Un respiro para el caminante, un regalo para los ojos y un tranquilizante para el alma.

Es un banco creado sobre dos pilastras de hormigón embellecido con piedras, y cuyo asiento, brazos y espaldar están hechos de vigas de madera tratados con alguna pintura protectora (o no) de color verdoso (o al menos antes lo era).

El banco en sí muestra signos de la guerra que la interperie y los aires de marisma vienen librando contra cualquier elemento puesto por el hombre. Esa pintura otrora verde aparece desgarrada y, en algunos casos, mutilada, pero, aún así, le sigue dando cierto aire de elegancia.

Y como si se agarrara con todas sus fuerzas al componente natural de la madera, evitando caer vencido en esa guerra a todas luces perdida, vi una inscripción que no me dejó indiferente:

"Ni toda la vida,

 ni toda el agua del mar

 podrá explicar lo que tú me haces sentir.

27-10-2012 I+T (y un corazoncito)".

 

Y la imaginación, que es muy traicionera, empezó a elucubrar.

¿Qué situación daría lugar a que un pensamiento tan fuerte como ese acabara transcrito a un trozo de madera de ese banco? Supongo que nos imaginamos a alguna pareja (seguro que la mayoría pensaría en jóvenes) sentada en el banco, abrazados, y uno de ellos que, después de declarar su amor a su media naranja, dejó constancia del momento reproduciendo posiblemente parte de su declaración sobre el improvisado pergamino de madera.

Pero, ¿y si no hubiera ocurrido así?, ¿nos llegaríamos a plantear en situaciones como esta cualquier otra variante distinta de aquella que  posiblemente más nos interese o guste?

¿No serían dos ancianos? ¿Serían dos chicos? ¿O dos chicas? ¿Importa la edad? Tendemos a ver las cosas siempre desde nuestros condicionantes, desde nuestro lado del prisma que forma nuestra existencia y viciados por nuestras propias preferencias, sin tener en cuenta que hay más lados que aportan otras perspectivas.

Me permito la licencia de pensar en otra historia:

Alguien, solo, que se sienta en el banco después de haber estado caminando ausente y posiblemente sin ser consciente del trayecto andado ni del tiempo empleado. Que se sienta y deja que el mar en su inmensidad le llene los ojos haciéndole rebosar lágrimas de impotencia. Impotencia por un amor no alcanzado o dado por perdido. Alguien que sufre o llora por no poder hacer cumplir su sueño con aquella persona a la que ama en el anonimato, y que, por las circunstancias que sean, se ahoga en sus penas antes que desafiar al puñetero destino e intentar alcanzar aquello que quiere, simplemente por no buscar la respuesta sino acomodarse con una fabricada de conveniencia con la excusa de no hacer daño al otro, o aquello de "es difícil de entender", "no funcionaría" o "es imposible".

Pues sí, ni toda una vida, ni toda el agua del mar podrá explicar lo que esa persona de la que está enamorada le hace sentir.

La expresión es la misma. Pero depende de nosotros que el significado sea uno u otro, lo que me lleva a pensar que si la vida es una frase, la entonación sería nuestro destino, y decírselo a alguien, lo que le da sentido.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Amor y Esperanza

Ese es el título de una fotografía que he visto hoy de un compañero de foro en la asociación Foto Gran Canaria, y que me hizo tener un punto de reflexión.

Por razones obvias de privacidad y autorización no la reproduzco, pero, para que se hagan una mínima idea, la intento describir.

Una imagen en blanco y negro de un primer plano de perfil de una pareja (sobre treinta y largos o cuarenta años imagino). Sus cabezas apoyadas frente con frente, el mirándola a sus ojos, y ella, con sus ojos cerrados cogiéndole con sus dos manos su cara y cuello. Lo que marca indiscutiblemente la imagen: ella tiene su cabeza totalmente rapada.

Su autor lanzó una serie de preguntas en el foro sobre dicha imagen: Qué nos sugería, qué nos gustaba, qué no nos gustaba y cómo se podía mejorar.

Se plasmaron un sinfín de comentarios, todos constructivos por supuesto, respecto de la definición del blanco y negro, respecto de recorte o no, respecto de contraste de iluminación, etc. Muchos coincidían en que veían tristeza o dureza en la imagen. A medida que las opiniones surgían, quedaba cada vez más claro que ella estaba luchando contra un cáncer.

Para  mí era una instantánea perfecta. Habla por sí sola. Rebosa sentimientos, rebosa ternura, rebosa amor. Y en contra de lo que algunos dijeron, no le veía tristeza. ¿Por qué?, porque era la imagen del momento. No era una imagen preparada, no era una pose estudiada. Era simplemente un momento real que el fotógrafo tuvo la agilidad de captar, tal cual, sin añadidos. Si se hubiera entretenido en ajustar la iluminación o la exposición adecuada, el momento hubiera pasado, y seguramente ya no diría lo mismo.

Son de esos instantes que te encuentras en tu vida que no tienen repetición, y que si intentas repetirlo nunca se va a parecer, será con creces muy distinto.

Este fue el comentario que envíe a su autor:

¿Qué representa la imagen? Pues lo que has puesto de título, sin más. Y no le demos más vueltas. Creo que en este caso la imagen habría que verla desde la perspectiva de sus protagonistas, no de su autor (con todos mis respetos) y creo que es lo que has hecho.
¿Que si tiene defectos? Nuevamente, y con mis respectos a todos los que han opinado, ninguno. ¿Por qué?, porque es una imagen de un momento determinado, no preparado. ¿acaso el fotógrafo de guerra se entretiene pensando si mejor bajar o subir un paso de exposicíón o cambiar el balance de blancos que lleva configurado? si lo hiciera posiblemente no captará la imagen que quiere, sino el momento después (que no quiere decir que fuera malo, sino que no es lo que quería captar). Por tanto, la imagen es lo que es, presenta una realidad a la que no hay que maquillar sino contemplar. Y admirar, porque dentro de lo que realmente representa para tí, y lo que representa para sus protagonistas (cuya opinión posiblemente nos desarme a todos), es una joya.

Como dijo un compañero del foro, hay fotos que "no necesitan comentarios".

Y haciendo mías las palabras que me respondió su autor, y que comparto completamente: "Muchas veces perdemos la imagen que queríamos hacer porque nos perdemos en tecnicismos, en vez de ver el momento tal cual".

Me repito, para mí, es una instantánea perfecta.

 

jueves, 5 de septiembre de 2013

Payaso, ... hasta el final.


Decimos "Payaso", e inmediatamente nos viene a la mente alegría, risas, diversión.

Pero el ser Payaso, incluso cuando a veces su término se equipara a algo despectivo, no tiene que ir aparejado a una vestimenta de elementos desproporcionados y de colores chillones y contrapuestos. Es una actitud casi más que una predisposición. Podemos ser payasos de nuestra vida, de nuestro entorno, de nuestro propio carácter. Todo depende de la forma en que se afronte cada uno de esos aspectos.

Lo difícil no es ser Payaso en sí. Lo difícil es serlo cuando todo está en tu contra. Cuando con lágrimas interiores sigues esforzándote porque los que te rodean capten un atisbo de esperanza o alegría que les ayude a olvidar por un momento cualquier colección de desventuras que puedan estar amenazándoles.

Y es que, al final, un Payaso también es persona. También está sujeto, aunque no hayamos caído en la cuenta, a las bofetadas de la vida, situaciones adversas, amigos traicioneros, etc., Pero le distingue su predisposición y su fuerza de voluntad. Esa que nos hace reir o tender una mano silenciosa cuando más la necesitamos aunque por dentro esté ahogado en lágrimas o impotencia.

A veces, siendo Payaso, te ves completamente hundido porque ves que tus esfuerzos por alegrar o ayudar a alguien no dan fruto. No consigues hacerle llegar tu mensaje. Lo más injusto, por no decir denigrante incluso, es cuando, siendo Payaso, brindas tu sonrisa y alegría a otra persona, porque sabes que la necesita, y lo que recibes es burla, sorna, hasta desprecio en muchas formas.

Un Payaso, fiel a su misión de alegrar y tener una sonrisa disponible siempre, ¿tiene que "ceder" a su propio interés, en beneficio de aquél a quien tiende la mano?. Ya lo dije antes. Es una cuestión de actitud y predisposición. Y, desgraciadamente para los Payasos, la mayor parte de las veces así es. Se termina cediendo o mirando a otro lado para aguantar la rabia y no aflorar sus sentimientos que podrían, en según qué condiciones, agravar aquello que él mismo está intentando apaciguar, aquello para lo que siempre tiene una sonrisa disponible.

Hay una canción que cantaba Raphael, titulada "Payaso", que en su letra exponía de una forma especial esa incomprensión o frustración que alguien, en su rol de Payaso puede llegar a sentir, ya sea por incomprendido o por tener que aguantar con una sonrisa en la cara cualquier batalla interior que en un determinado momento puedas estar librando, o incluso perdiendo.

No has echo caso de mi amor,

tan solo risa te causo,

te ha divertido mi fracaso

y te has burlado de mi corazón.


Me he sentido como un pobre payaso

que no sabe sin ti que hacer,

y hace reir

mientras que él llora por ti.

 

Todo el amor que te juré,

las mil caricias que soñé,

todo el calor que hubo en mis brazos

no te han podido el alma conmover.

 

Es la exposición de que, a veces, solo nos fijamos en el envoltorio y no en lo que realmente hay detrás, en lo que realmente da sentido al envoltorio.

Esas tres estrofas al final vienen a decirnos que:

a)    Aunque brindemos sonrisas, no siempre nos las van a agradecer. Podemos encontrarnos con mucha incomprensión en mil formas.

b)    Al final cedemos, si el hacerlo hace que consigamos alegrar, animar a alguien. Alegría que fabricamos con nuestro propio dolor o impotencia interior. ¡Qué triste e injusto es!.

c)    No siempre conseguimos lo que buscamos. Para un payaso el no provocar la risa es lo peor que hay. El no conseguir alegrar a otro es lo peor que hay.

 

Risas y alegría son dos términos que a veces se disfrazan de muy diversas formas. A veces incluso de lágrimas y tristeza.

 

Pero al final, el payaso vuelve a salir a la pista, se rearma de nueva energía, aunque sea alimentada con sus propias lágrimas y sufrimiento, y seguirá intentando alegrar a su entorno.

 

Confío en que, algún día, su entorno le corresponda, y las risas y alegrías sean mutuas. La canción seguro que sonaría mucho mejor.