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martes, 25 de octubre de 2011

Toc, Toc,...

Soy un amante de la fotografía. Solo aficionado. Y disfruto cuando veo fotografías hechas con personalidad.

Gracias a eso que llaman "las nuevas tecnologías" existen sitios donde personas que comparten una misma afición, pueden compartir sus obras, comentarlas. Son una fuente inagotable de aprendizaje.

Al final, cada obra lleva un sello personal de su autor. Un sello que en algunas ocasiones traspasa la mera imagen y va más allá. Llega hasta la apreciación de la propia personalidad, estado anímico, etc.

Comparto mis pequeñas creaciones en uno de esos sitios: Flickr. En él me he encontrado con gente muy profesional, con los que compartes afición y comentarios, incluso aunque personalmente no los conozcas.

En Flickr me tropecé por casualidad con la galería de una persona llamada Cristina Marrodán (http://www.flickr.com/photos/cristinagallery), que me sorprendió porque a todas sus fotos les pone un comentario, cotidiano, personal. Sus fotos describían su propia vida, desde la perspectiva unidireccional y aislada de ella misma.

Por mi forma de ser, si veo que algo o alguien necesita ayuda, intento darla en la medida de mis posibilidades y en la mejor forma que considero en cada momento.

Este es el comentario que dejé en una de las últimas fotos de Cristina. No quiere decir que sea la única que necesite ayuda, ni siquiera que la necesite, sino que posiblemente haya pasado por momentos en los que ha dudado… y lo ha plasmado en sus creaciones.

Simplemente, me sentí en la obligación o necesidad de hacerlo, y ahora lo comparto.

 

Toc, toc…,

Hola Cristina. Permíteme que te salude como un vecino más de este portal. No te quito mucho tiempo, solo el justo para compartir dos reflexiones.

La primera: Tus obras son muy buenas, buenísimas. Pero eso ya lo sabes. Y si no lo sabes es que estás majara. Con lo cual, si estando majara haces lo que haces, hija mía, date prisa por estar cuerda.

No te conozco. Supe de tu obra gracias a los vientos caprichosos de las "sugerencias" de este barrio llamado Flickr. Y la verdad, que para bien. Solo soy un aprendiz de la imagen, pero sin prisas. Y cuando veo creaciones como las tuyas, no puedo por menos que admirarlas, y admirarlas. En cada pixel se aprende algo, y no exagero.

Tienes un sello propio, un estilo inconfundible. Eso es tuyo y de nadie más. ¡Se creativa y sácale todo el jugo que puedas!, y verás que nunca te cansarás…

 

 

La segunda: ¡He leído tu novela! Sí, tu novela. Esa que supongo has escrito inconscientemente, y que de la misma forma inconsciente has convertido en arte, como si de una caricatura de tu vida se tratara.

Me he permitido hacer una lectura cronológica de tu galería, desde las primeras obras colgadas hasta las más recientes.

A modo de novela, tiene capítulos apasionantes, otros casi trágicos, otros tiernos y otros que derrochan vida por todos lados. ¡Sorprendente conjugación de momentos!

Me llamó mucho la atención el capítulo en el que haces una reivindicación a gritos de tus principios en cuanto a tu forma de ser, a cómo quisieras que te aceptaran, y a que nadie tiene el derecho a exigir que cambies por el mero hecho de una cuestión de "gustos unipersonales" cuando intentas compartir algo del universo de otra persona. Compartir es bidireccional.

Y también me sorprendió algún capítulo de descontento contigo misma. Una especie de "a la porra con todo". Me sorprendió no por el hecho en sí, perfectamente lícito para cada persona, sino por el aparente abandono de algo que en teoría te llena y que debió ser precisamente lo que te debía ayudar a no mandarlo a la porra: tus criaturas. Y no me hables de inspiración, porque la mejor inspiración es el momento.

Mogen Cunnigham respondió una vez así a una pregunta: "¿Qué cuál de mis fotos es mi fotografía preferida? Una que voy a hacer mañana".

Te garantizo que mi mejor día será mañana. Y te invito a que hagas lo mismo, si no es que lo haces ya.

Te invito a que tú misma leas tu novela nuevamente, ahora desde la perspectiva del tiempo ya pasado, e intenta ver cómo afrontarías ahora, con la experiencia y tiempo transcurrido, esos capítulos difíciles, pero intentando abstraerte de predisposiciones (no olvides que en muchos capítulos por no decir todos, eres la protagonista). Igual hasta te sorprendes.

 

Desde mi más sincero respeto por tu obra y persona, Felicidades. Emborráchate de toda la buena gente que te rodea. Aparta todo lo que te hace daño y camina. Siempre camina. Después de la noche, siempre viene el día. Detrás de la tormenta, siempre sale el sol, y aunque a veces el día aparezca nublado, siempre encontrarás un encuadre y motivo perfecto para tu vida: ¡captúralo! ¡Recréate con él!, y si puedes, ¡compártelo!. Algunos te lo agradeceremos.

 

No te robo más tiempo.

Sigue escribiendo con tu cámara…, y si puedo proponerte un reto, escribe ahora sobre lo que quisieras hacer, no sobre lo que haces.

 

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Trabajar

Trabajar, trabajar poco, trabajar mucho, ¡no trabajar!, diferentes puntos de vista para un mismo hecho.

De la misma forma que se dice que quien tiene un amigo tiene un tesoro, hoy en día quien tiene un trabajo tiene una mina, que producirá más o menos, pero mina al fin y al cabo.

 

Siempre han existido discusiones en relación con los distintos calificativos que pueden valer para medir el trabajo: su dureza, las distintas formas de hacerlo o afrontarlo, las diferencias en criterios de remuneración, la variopinta interpretación de la dedicación, y como no, la percepción personal de importancia que cada cual tiene sobre el suyo.

Lo normal era que las discrepancias existieran entre distintos "gremios" o grandes niveles de agrupaciones profesionales. Aquello de "médicos, arquitectos, ingenieros y abogados" son los que mejor lo ganan, con lo que todo el mundo quería tener un hijo en dicho gremio. Después estaban los gremios especiales, tipo pilotos, estibadores, etc., con supuesta poca dedicación y mucha rentabilidad. Y alrededor de todos ellos estaban los llamados funcionarios (los del "puesto seguro" de por vida, cosa que nunca entenderé), el más alto rango de los puestos deseados, fuera cual fuere su dedicación.

Pero he aquí que cuando tormentas estrepitosas y de gran calado sacuden toda la vida económica, a todos esos gremios que antes eran vistos de forma global, le salen conspiradores en su propio fuero. Ahora hay reojo entre los propios médicos, entre los propios abogados, y, ¡cómo no!, entre los propios funcionarios. Si antes todos tan contentos porque con serlo era suficiente, ahora ya no basta. Ahora se comparan escalafones, niveles, tiempo de dedicación, horas trabajadas, "beneficios adicionales", etc.

 

En estos últimos días se ha abierto un debate cuasi público sobre la dedicación de los maestros (o profesores, que los hay que se molestan si no se les llama así). Y miren ustedes por donde, ahora se están cuestionando que esos "maestros" tienen muchas vacaciones, que trabajan pocas horas, y lo que es peor, que la calidad de la enseñanza no mejora ni en sueños.

No sé de qué se extrañan. Tiempo atrás se quería que los hijos fueran "maestros", porque "vivían bien", daba igual qué es lo que hiciera. Entonces coincidirán conmigo en que si no se antepone la "profesionalidad" y la "calidad" para el desempeño de cualquier trabajo, unido a una justa medida de recompensa, no nos podemos quejar después del resultado obtenido.

Ahora no es demasiado tarde para corregirlo, simplemente tarde, pero hay que poner remedio. El remedio empieza por la concienciación, algo que a todos nos cuesta pero con lo que debemos comprometernos.

 

He visto médicos malos, que ni te miran a la cara cuando vas a su consulta por necesidad, pero también he visto médicos buenos, vocacionales, que se toman cada caso con la profesionalidad que requiere para dar una solución.

He visto abogados buenos, que intentan hacer su trabajo desde la perspectiva de defender a un tercero (ya no entro si culpable o no), sin elucubraciones o "tejemanejes", y también he visto abogados que se venden por tres duros.

Pero también he visto maestros que disfrutan enseñando (y con los que se aprende sin problemas, solo los lógicos de su materia), y profesores que solo son eso, casi meros lectores de un libro que no transmiten conocimiento sino pena o desidia.

El que un trabajo no me guste no debe implicar que lo haga mal. Pero desgraciadamente, hay muchos que no lo ven así, y siempre está la excusa de echarle la culpa a otro (normalmente el gobierno u otra institución). Ese es el principal cambio a realizar.

 

Las comparaciones son odiosas, dicen. Más que odiosas, creo que son frustrantes.

 

viernes, 23 de septiembre de 2011

IDEAS

Mil ideas hierven en mi cabeza. Todas se pelean por salir primera a la palestra. Piedras grandes y piedras pequeñas que pujan por su prioridad y por ganar la carrera de ser escogida.

Esa elección está condicionada. En el concurso de la vida, hay infinidad de jurados externos, subjetivos y objetivos que te restan libertad de acción.

No es lo que parece. Es lo que es. Las cosas son como son, no como uno quiere que sean. Puedes intentar incidir en ellas, ahí está la riqueza de no rendirse y de intentar moldear tu tiempo.

No me agobio con la elección. Ne desespero por querer hacer una cosa u otra.

Mi filosofía es muy simple. Si tiene solución, se busca. Si no tiene solución, una justa medida de rabia, y a por otra cosa. El tiempo es muy valioso para perderlo en lamentaciones que no te reportan nada, te ayudan menos y te desgastan innecesariamente. ¿Aprender para el futuro?, ¡siempre!.

Lo que hago en cada momento tiene que llenarme plenamente. Si no es así, la elección no ha sido buena: ¡una nueva enseñanza!.

A veces la elección es hacer Nada. Y si así es, ¿Por qué otros la cuestionan? Hacer nada es una parada, muy corta, lo justa para tomar respiro, para escudriñar el horizonte, para apreciar pequeñas cosas, o, simplemente, para remover la cabeza hirviendo.

No me gustan las prisas. Me gusta apreciar el detalle de las cosas, y las prisas te lo hacen ver borroso, movido. Ello no quiere decir que nunca vaya deprisa, solo que no me gusta.

Observo. Siempre observo. No quiere decir que sea detallista ni miniaturista. Quiero tener una correcta visión global, y por ello observo. El escenario de nuestra vida no es un metro cuadrado. Son muchos metros cuadrados, unos libres y otros ocupados, que interactúan, emiten y reciben flujos continuamente. Y no podemos evitar que de alguna manera nos toque, roce y afecte. Mejor conocerlos y predecirlos. Pero para ello primero hay que definir el alcance, cuál es el nuestro rango óptimo de observación. Ello depende de cada tema y de cada persona. Unas cosas las observamos con un alcance muy corto, otras con distancias medias, y otras con un rango muy largo. Normalmente eso depende de si pensamos que ese algo nos va a afectar y en cuánto tiempo.

 

Así y todo, muchas miserias me acompañan. Muchas medidas y valoraciones de terceros, razonadas o no, que pretenden marcarte y condicionarte tus decisiones, e incluso tu manera de ser. Mi regla: incluir esas miserias en la "olla hirviendo". Si son interesantes, pelearán por salir afuera, y si no lo son, se disolverán cual condimento. Para eso sí tengo solución. De vez en cuando, refrescar el caldo en el que guiso mis ideas: ¡agua fresca!

¡No saben lo bien que sienta "desconectar" de vez en cuando!¡aunque sean 5 minutos!

 

El que haga una cosa de una forma distinta a ti, no quiere decir por defecto que tú tengas razón y yo no. Simplemente las hacemos de manera diferente. La razón la delimita el que el producto final sea bueno o no, el que se haya hecho con las mismas expectativas y buscando el mismo fin dentro del mismo espacio temporal de tiempo (aquél en el que se puede hacer, no aquel en el que tú quieres que se haga).

 

Bueno, ya he removido el hervidero. Ahora, ¡a por lo siguiente…!

martes, 20 de septiembre de 2011

Tiempo

Tiempo

 

Parece que uno de los valores por los que solemos luchar es el de "atesorar cosas de valor". Cosas que en un momento dado nos "ayuden" a salir de un apuro. Y bajo esa perspectiva definimos el valor desde un punto de vista monetario.

Así vemos la proliferación de mercados de Oro, metales y piedras preciosas, etc. Todos ellos tienen un denominador común: son escasos. Y como no podía ser menos por esa tan famosa  y dichosa ley de oferta y demanda, entre más escasa es una cosa, más se demanda y más valor tiene.

 

Pero hay un bien, no tangible, que tiene muchísimo más valor que todo lo que se nos pueda ocurrir: El Tiempo. En definitiva, eso que nos permitirá disfrutar o no de los momentos de nuestra vida.

 

¿Para qué queremos riquezas si no tenemos tiempo de disfrutarlas?

 

Formal o etimológicamente se define "Tiempo" como una magnitud física (cuya unidad de medida es el segundo) que permite establecer una secuencia a las cosas y por tanto definir un pasado, presente y futuro.

 

Dicho así parece que estamos hablando de una mera unidad de medida. Pero a nadie se le escapa que esa unidad de medida encierra en su interior un tesoro: lo que puedes hacer mientras esa secuencia se produce. Y digo "lo que puedes hacer", porque lo que hiciste ya es pasado y es irrecuperable. El tiempo pasa, se consume, y ya no lo puedes volver a utilizar. Esta es su principal diferencia respecto de otros bienes considerados "valiosos" que una vez perdidos, si consigues fondos, podrías recuperarlos (pero para todo ello necesitas tiempo).

 

El pasado es historia, el futuro es un misterio, y el hoy es un regalo. Tres variantes de tiempo que condicionan nuestra existencia, y que son consideradas de manera distinta por las personas.

 

El joven considera que tiene todo el tiempo del mundo. Está en el supuesto comienzo de la distancia de su vida (es corredor de media maratón). No cree que el tiempo sea algo tan valioso. Pronto se dará cuenta de que su escala de valores cambiará y necesitará tiempo para todas las cosas que le van llenando el gusanillo de sus expectativas, ilusiones o necesidades.

El anciano, dependiendo de lo que haya hecho en su vida, sentirá añoranza o peleará con uñas y dientes por cualquier resquicio de segundo que le pase por delante, porque cuenta con que no sabe si podrá hacer lo que quiere en la distancia que le queda por recorrer (es corredor de 100 metros lisos). También hay quienes prefieren sentarse a ver pasar el tiempo como agua que cae por los desagües sin aprovechamiento alguno.

El que está en la supuesta mitad de camino normalmente hace de farero (dependiendo de su expectativas será corredor de fondo o de obstáculos). Se permite el lujo de otear hacia atrás y replantear cosas pensando que todavía le queda mucho por delante. Pocos son los que han vislumbrado que su camino se va consumiendo y tiene que llenar cada segundo de su vida de cosas interesantes y satisfactorias para él mismo y para los que le rodean.

 

Debemos pelear por cada segundo de nuestro camino como si en ello nos fuera la vida. No podemos desperdiciar un bien tan valioso.

 

Desgraciadamente, el tiempo que mide nuestra andadura tiene dos partes: Tiempo ocupado y tiempo libre.

El primero suele ser el mayor, el que más abarca del total de nuestro tiempo, y lo defino como aquel que no controlamos, cuyo consumo nos viene dado por obligaciones (de la naturaleza que sea) y que no podemos evitar y cambiar, al menos si pretendemos tener "otros recursos" para poder utilizarnos en dar sentido y contenido al segundo.

 

Tiempo libre. ¡Qué gusto! ¡Munición para gastar en lo que nos gusta! (o para desperdiciarlo si no somos conscientes).

Normalmente está asociado a la porción de tiempo que las obligaciones, o terceros, nos dejan para nuestro propio uso y disfrute. Ese que realmente nos satisface y para el que deberíamos estar orientados mientras "gastamos" el otro tiempo que no podemos manejar.

 

Pero ya que hablamos de "valores", incluso podemos encontrar una parte de ese tiempo que tiene más valor: el tiempo liberado. Ese tiempo que para nosotros es libre, que podemos dedicar a esas cosas que nos gustan, y que, por valores propios o externos, decidimos en un momento dedicar para otras cosas, que directamente no nos repercuten a nosotros, pero sí nos dan satisfacción. Todo el voluntariado se basa en tiempo liberado, y ese sí que no tiene precio.

 

Como bien alguien, nuestro tiempo es un recipiente en el que vamos poniendo cosas hasta que lo llenamos. Procuremos poner primero las cosas más grandes, porque si no lo hacemos, y lo llenamos de cosas pequeñas, después no nos cabrán. Y cada cual que decida cuáles son sus cosas grandes. Las mías las tengo muy claras.

 

lunes, 11 de abril de 2011

Piñata

Suelo frecuentar la lectura de algunos medios digitales de mi entrañable y querida Telde. Y creo que no he sido el único que se ha dado cuenta de que desde hace algún tiempo se ha abierto una especie de "veda".

Al aviso de ¡Ya! Se han lanzado al terrero mediático local una serie protagonistas, ausentes hasta ahora, con muchas ganas de escribir cosas (el tema se repite). Ya no entro en si ha sido de "motu proprio" o "guiados", ni siquiera si forman parte de una campaña de marketing al más puro estilo consola de videojuego, que seguro que algo hay.

Leyendo todas esas colaboraciones "nuevas" la verdad es que uno saca conclusiones bastante interesantes, a la vez que, de vez en cuando, te provocan una sonrisa, que en los tiempos en que estamos, no viene nada mal.

 

La imagen que me viene a la mente es la de una piñata. Desde que el que tiene los ojos tapados da el primer golpe al saco de las sorpresas, todo el corrillo, hasta ese momento quieto, aunque no tranquilo, se lanza al centro a coger cualquier pieza que se le cruce o esté a su alcance. Y el que más consigue es el que gana.

Pues sí, la Gran Piñata ya comenzó. Ya los que estaban en el corrillo de alrededor se han lanzado al "terrero" a "capturar" sorpresas en forma de simpatizantes, convencidos o no, que les valgan para sumar puntos el día que se acabe la Piñata. Todo vale.

 

También suelo frecuentar las calles de los dos núcleos principales de mi querida Telde, solo por caminar y observar lo que sucede. No saben ustedes lo que el silencio cuenta. No saben cuánto se aprende simplemente oyendo el murmullo de los comentarios espontáneos de los viandantes. Y no saben lo enriquecedor que es el observar las idas y venidas de esos ciudadanos anónimos absortos en sus preocupaciones y observando los distintos personajes que en un momento dado ocupan el escenario del paseo.

En esos paseos, cuando los llevas repitiendo durante un período más o menos consistente, y aunque a uno no lo conozcan, te sueles cruzar con la misma gente, y el escenario suele tener más o menos los mismos personajes principales. Pero he aquí que desde hace algunas semanas, han aparecido personajes nuevos (no desconocidos). Van siempre acompañados, con caminar lento, como si contaran los pasos, muy pensativos y demostrando mucha atención, con sonrisa de libro o serio según lo requiera el/los interlocutor/es que le acompañan, y mirada a modo de radar (ahora un barrido a la derecha, sonrisa; ahora un barrido a la izquierda, sonrisa; mirada a mis pies, serio; y vuelta a empezar). Curiosamente son personajes que al final terminas identificándolos con este o aquél grupo de interés, denominando grupo de interés, todos esos que forman parte del corrillo de la piñata.

 

No voy a valorar el interés especial que cada uno puede tener para el día en que acabe la piñata. Solo pensé que sería un buen ejercicio hacer una comparación de todos los ideales que cada grupo de interés se ha afanado tanto en exponer desde que comenzó el juego, tanto de una forma directa como a través de esos colaboradores espontáneos que han asomado a los tabloides digitales locales en este último tiempo, por ver si había alguno que dijera algo especial.

 

Todos los esos grupos de interés, más o menos vienen a decir lo mismo:

*Crear Equipo

*Mejorar la calidad de vida de las generaciones actuales y futuras

*Mantenimiento de servicios públicos: limpieza, alumbrado, etc.

*Sostenibilidad Social

*Modelo económico como eje principal, priorizando a las personas

*Gobierno más realista, coherente y práctico

*Los políticos deben trabajar para todos por igual

*Deporte para todos y accesible para todos

*Reconocimiento y mantenimiento del patrimonio

*Activismo Social

*Fomento del turismo

*Comercio de cercanía

*Aparcamientos

*Infraestructuras

*…

 

En definitiva: Todos quieren lo mismo, pero Ninguno dice cómo hacerlo. Ahí está el juego.

Seguramente si se les obligara a decir cómo lo van a hacer, sin discursos dogmáticos, sino con propuestas claras, gran parte (por no decir todos) tendrían un suspenso. Pero siempre queda bien eso de decir que yo lo haré mejor que el de al lado.

¡Que no me engañen! ¡Quiero saber cómo piensan hacerlo!, cualquier otra cosa es humo.

 

Y algo curioso: Incluso hay alguno que se atreve a publicar que 30 horas le ha servido para conocer las inquietudes de los distintos barrios. ¡Dios mío! ¡Lo que se podría haber hecho si se hubiera puesto a ello desde hace 2 años! (Su asesor de imagen, sea quien sea, no ha debido estar muy inspirado con ese titular).

 

Y si todos quieren lo mismo, ¿por qué demonios no se ponen de acuerdo y trabajan juntos (formando ese equipo del que tanto hablan en sus propuestas) para conseguir lo que debe primar que es la mejora de nuestra ciudad? ¡Claro! Se me olvidaba que si se juntan, tocaría a menos.

En fin. La piñata se acerca. Solo pido que no hayan vientos atípicos que desvíen las sorpresas hacia uno u otro participante de modo que solo se puedan hacer con ellas de una forma clara y convenciendo con hechos, no con promesas, que a día de hoy, no valen un suspiro. Empujones seguro que habrán.

 

 

lunes, 4 de abril de 2011

Reacciones

Lo que empezaba siendo un almuerzo tranquilo, tardó un segundo en convertirse en un revuelto de sensaciones nada agradable.

Telde, Día veraniego, terraza vistas al mar, decibelios normales de conversaciones de los distintos comensales junto con sonido ambiente propio de zona playera. Nada anormal.

De repente, ¡eh, eh, eh, eh,!, y lo único que consigo ver es un grupo de jóvenes maduritos con actitud amenazante queriéndose enfrentar a alguien que portaba el soporte de un parasol con ademanes de defenderse golpeando a sus oponentes, más otros que en un momento sujetaron a este último para intentar deshacer el tumulto y se lo llevan calmándolo en dirección contraria.

¿La razón del por qué? Solo ellos lo sabrán.

La tensión vuelve a registrar un salto abismal cuando el grupo de jóvenes citados, regresan portando botellas e inician actitud desafiante contra alguien difuso. Difuso porque en su imaginación asociaban a su oponente con  alguien en el interior de la terraza en la que nos encontrábamos.

Nuevamente ¡eh, eh, eh!; ¡que aquí no es!..., ¡es el de al lado!, y el grupo cambia de rumbo hacia otra terraza contigua. Menos de diez segundos y regresan (incluso portaban una señal de tráfico enterita a modo de bate) volviendo a desafiar a grito pelado a ese alguien difuso no identificado. Ya la terraza estaba casi toda en pié a modo de ¿a dónde vas chaval, no te equivoques?. Ante ello, terminaron por dirigirse hacia la otra terraza que quedaba, a la vez que desde la terraza en la que estábamos ya estaban llamando a la policía. Lo último que vi fue una silla lanzada por el grupo desafiante sobre las mesas de esa otra terraza, ocupada por gente que lo único que intentaba era pasar un rato agradable.

 

Mi atención ya se encontraba desviada atraída por la colección de reacciones que empiezaba a ver y percibir:

-          La primera reacción absurda, la ya descrita anteriormente: ¡eh, eh, eh!; ¡que aquí no es!..., ¡es el de al lado! Vamos, que a mí no me mates, mata a otro.

-          La segunda reacción absurda, cuando ante esta petición, los "amenazantes" piden disculpas ¡perdón! ¡perdón! ¡perdón!, pero al instante salen corriendo como energúmenos hacia la otra terraza.

-          Mi hija de 10 años, pidiéndonos a gritos que nos fuéramos, temblando como un flan, porque no entendía por qué las personas hacen eso… (esta posiblemente sea la reacción más lógica), y que muy a duras penas reaccionaba a todos los argumentos que podíamos facilitarle para calmarla y hacerle entender la situación (de supuestos adultos).

-          Gente anónima que hasta ese momento estaban en la playa, se acercan a la avenida y toman posesión de los muros, bancos y huecos existentes, a modo de grada, para presenciar la sesión de tarde. El espectáculo acababa de empezar: oye, ¿qué pasó?. ; no sé, una pelea..; ¡ah! Vale. Y se quedan para ver.

-          Alguien que sale del interior de una terraza para unirse al público diciendo ¿hay sangre?. ¡qué animal! Ya había encontrado un entretenimiento a su aburrida vida. ¡como si no hubiera cosas con las que llenar el tiempo de una forma más sana y provechosa!

-          Un comensal tertuliano de una mesa contigua con síndrome de chulito sabelotodo: ¡esto solo pasa en Telde!. ¡Claro, es que él vive en una burbuja paraíso!.

-          La policía llegó en menos de cinco minutos, pero hubo más de un intransigente que aunó gritos diciendo ¡ahora llegan, a buena hora y con sol! Es curioso, supongo que lo dirán porque ellos en sus respectivos trabajos están siempre dónde y cuándo se les necesita. Es más, seguro que en sus trabajos tienen el don de poder estar en más de un sitio a la vez. ¡qué suerte!.

-          Lo más curioso: cada vez que aparecía por la terraza alguien nuevo, alguno le preguntaba qué había pasado, y todas las versiones dadas eran distintas: que sin un infarto por amenaza, que si se habían ido sin pagar, que si tal, que si cual,…, ¿estaría yo en otro sitio y lo habría soñado?

-          Y la última. Los espectadores de gradas, aguantaron hasta que la policía se fue. Eso sí murmullando ¡bah! No pasó nada… Se les fastidió el espectáculo. Lo que finalmente fue un éxito, porque no llegó a más, parece que no es del agrado de los viandantes. ¡Qué triste!

 

En fin, que para que se monte un circo no son imprescindibles los payasos. Ya encontramos bastantes en nuestro deambular cotidiano, junto con doctores de la nada y catedráticos de la interpretación que crean cruzada sobre todo aquello que vean les puede ayudar a engrandecer su ego o sentirse protagonistas.