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domingo, 17 de mayo de 2020

Generosidad al Cubo




En una de mis conversaciones con las letras, y mientras dudaba sobre si poner un punto aparte o dejarlos suspensivos, noté un cierto alboroto en las líneas precedentes. Los contornos de las letras se balanceaban llamando la atención con forma de sombras proyectadas sobre el lienzo blanco ya recorrido, y solo me dejaron hacer un doble interlineado antes de llamar de nuevo mi atención.


Dos signos de admiración franquearon a un grupo de ellas, logrando poner ante mis ojos la siguiente expresión: ¡Ayúdanos!

¿Yo?, ¿como puedo ayudarlas?
Necesitamos más visibilidad, me dijeron. Hemos notado que como simples agrupaciones en palabras, al leernos muchas veces se nos pasa por encima sin captar nuestro verdadero sentido o significado.

No les canso con el diálogo que siguió, pero así fue como, después de tener un texto escrito, me sumergí en una locura de darle vida y movimiento.
La fórmula que se me ocurrió fue la de poner esas palabras en bocas de personas que hicieran honor a su contenido, en personas que no pasan de largo en algunos significados que hoy por hoy, al menos para mi, deberían ser cabecera de aprendizaje en muchas escuelas, en personas que de una u otra forma no fueran estereotipos fabricados ni fantasmas de pedestal, simplemente personas que viven su vida y ayudan a vivir a los demás desde su perspectiva personal y profesional.

Podría haber contratado a un director de cine y que algunos actores interpretaran lo que tenía escrito siguiendo sus directrices. Seguro que el producto final estaría perfecto en cuanto a acabados, iluminación, encuadres, maquillaje, ambientación, y mil cosas más.
Pero sería artificial. Y eso no lo quería.

Así que, en un segundo arrebato de locura decidí que lo que saliera debería ser lo más parecido a la realidad, y me vi contactando con un grupo de personas digamos que "normales" (bueno, la verdad es que no lo son) e invitándoles a hacer esta locura.

Algunas ya las conocía y me merecían todo mi respeto en cuanto a lo que hacían. Otras solo las conocía de haberlas visto alguna vez, pero habían llamado mi atención por cómo hacían lo que hacían. Y otras fueron un descubrimiento en forma de regalo, que ya me llevo para mis adentros.

En el producto final participaron 16 personas y un pensamiento ausente (yo me entiendo). Todos los que participaron lo hicieron sin poner objeción alguna, y eso, en los tiempos que corren, ya es oro puro.

Cuando les enviaba las frases a cada uno, he de reconocer que lo hice de forma totalmente intencionada. Buscaba una frase del texto que contrastara o significara algo para esa persona, aunque ella no lo supiera, y arriesgándome a meter la pata con aquellos a los que solo conocía indirectamente o, simplemente, no conocía.

Tenía que resultar algo cotidiano, algo como lo que nos encontramos en nuestro día a día, no algo prefabricado o amañado. Y creo que, mas que nada por la historia que hay detrás, mereció la pena.

Son 16 héroes cotidianos, que tienen problemas como cualquiera, que se han visto afectados por esta pandemia egoísta, que de la noche a la mañana se han visto en el paro sin recursos y con compromisos, pero que nunca han perdido la fé en ellos mismos aunque lo que se encuentren delante sea un obstáculo tras otro.

Alicia, Marian (y Pili), Sara, Aarón, Judit, Maica, Oscar González, Jenni, Oscar Rivera, Juani, Rita, Yeray, Raquel, Nando y la gran Athenea, desde ya me los llevo en la vitrina de mis tesoros. Son héroes de carne y hueso y confío en que ese mensaje no escrito del puño de la mano cerrado sobre el corazón transmita toda vuestra fuerza como ejemplo de aquellos indecisos, aquellos desorientados o simplemente aquellos viajantes de paso. Todos tienen 2 cosas en común que les distingue y diferencia: creen en lo que hacen y son solidarios.
Esa generosidad escasea hoy en día, en que parece que el hacerse fotos ayudando a la gente para subirlas en redes sociales a modo de marketing carroñero debería ser lo normal. 

Los verdaderos héroes no se publicitan. 
Aunque hoy yo los descubra.

Déjenme presentárselos,desde mi humilde visión.

Alicia: Me encanta tu puntito de princesa de cuento con garras de águila y con cicatrices a modo de tatuajes, no como heridas de batalla, sino como trofeos de aprendizaje. Y es que las princesas también despiertan con besos.



Marian: Espero que no muy lejos podamos charlar sobre ojos, miradas y prismas de locura. De logros ya te vas sirviendo tu solita (y va por tí también Pili).



Sara: ¡Qué puedo decirte mi pequeña bailarina!. Te acompañaré todo los días de mi vida y disfrutaré de cómo sorprendes a los que te rodean. Eso también es amor.



Aaron: Tengo una duda: no se si pareces un pillín disfrazado de sonrisa, o una sonrisa disfrazada de pillín. En cualquier caso me importa un pimiento, porque lo que realmente importa es lo que eres y lo que transmites, y la distancia entre ambas cosas es efímera.



Judit: También tengo una duda: no se quien ha contagiado a quien su sonrisa, pero (llámame loco), de lo que apostaría a que estoy seguro es que creo que eres de las que siempre tienden su mano.



Maica: ¡Que la fuerza te acompañe! porque es lo que contagias, Incluso cuando lo que te apetece es esconderte en una esquina a dar golpes o a levantar con tus manos todo el peso de los demás.



Oscar (González): De grande que eres te falta espacio, porque se lo das a los demás. Y eso a veces no se entiende, resulta absurdo, como algunas despedidas.



Jenni: Si alguien sabe de metas creo que eres tú. Si alguien sabe de obstáculos invisibles y de zancadillas intencionadas, creo que también eres tú. Pero vuelas, ¡y de qué manera!. Y lo que es mejor, haces volar a los que te rodean. Es una magnífica manera de alcanzar cosas, y lo que menos importa es si son grandes o pequeñas.



Oscar (Rivera): He visto como la serenidad no esta reñida con la fuerza, porque creo que eres capaz de tumbar un bloque con un susurro (o acaso una mirada), y a la vez dejarte acariciar por la imaginación, que no olvidemos, al final es nuestra misma realidad.



Juani: El ser consecuente con los valores es síntoma de compromiso, con uno mismo y con los demás, aunque a veces tiene efectos no agradables por la repercusión o interpretación que de ello se hace. Afrontarlo con una sonrisa y con la mano tendida, es tu mejor tarjeta de presentación.



Rita: El ímpetu y las ganas te caracterizan. A veces te ponen a prueba, pero siempre sabes utilizarlas. Y no puedo estar mas orgulloso de lo que eres, de lo que haces y de lo que nos sorprendes día a día desde tu particular mundo.



Yeray: Creo que si en tu cerebro pudiéramos poner un termostato, nos diría que siempre está en ebullición. No importa que, no importa cuando.., lo que importa es seguir calentando a fuego lento, pero intenso, esas ganas que tienes de vivir, que no es lo mismo que vivir de las ganas.



Raquel: Mi Sombrerera Loca, pero muy cuerda, mucho más que la mayoría de nosotros. Tu concepto de parar es estar dando brincos de aquí para allá. Espero que nunca llegues a donde vayas, porque es un placer verte hacer el camino.



Nando: No se cuantas veces te has podido caer sobre el Tatami de la Vida, pero incluso ahí, creo que eres de los que has tendido la mano para aguantar a otros y ayudarlos a levantar aún cuando tu siguieras caído, y eso solo lo hacen las personas con una exorbitante capacidad de reinvención y de convicción, que se manifiestan en forma de una gran serenidad que atrae y contagia.



Athenea: Nunca pensé que un gesto dijera tanto, por como lo hiciste, y por como lo dijiste. Ojalá fuéramos capaces de actuar en nuestro mundo con la misma inocencia y sabiduría que tú irradias.Y no se trata de estrategia, se trata de habilidad. Tu sonrisa es un tesoro, y por habérnoslo enseñado yo te doy las Gracias.




Esos son mis héroes particulares. Unos cuantos locos en un mundo de cuerdos, pero ¿quiénes son realmente los cuerdos?
A todos ya les he reservado su espacio en un lugar destacado de la vitrina de mis vivencias, esa a la que recurro bastante frecuentemente para regodearme de la buena gente que me he encontrado en el camino, y a las que espero poder seguir viendo por muchos trayectos más.

Solo tengo una palabra para todos: GRACIAS. Es pequeña, pero encierra un gran pensamiento y un gran sentimiento: que soy mejor gracias a que también los he conocido.

Y ahora..., a seguir corriendo...
¿Me acompañan?



JSR - Mayo/2020