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jueves, 10 de septiembre de 2020

KAIROS




Érase una vez un niño de 9 años al que sus padres le regalaron una cámara fotográfica Kodak instamatic 25, cuyos rollos de 12 disparos eran un tesoro que había que administrar con fervor.

Más bien pronto que tarde empezó a preguntarse el cómo de las cosas, primero cómo era posible que de algo tan raro podían hacerse copias de momentos que había vivido y que al verlas podía recordar, y, después, sobre qué es lo que se veía en las fotos que tomaba, incluso aquellas en las que la visión había resultado “borrosa”.

El problema de ser un chiquillo con curiosidad es que a medida que iba descubriendo y dando respuestas a unas cosas (y no todo lo rápido que le hubiera gustado), se le multiplicaban las posibilidades de investigar otras.

Esa curiosidad y afán de dar respuesta a preguntas le llevó, taitantos años después, a seguir buscándole explicación a lo que él entendía por el lenguaje fotográfico, por hablar con la fotografía.

Y en esas estaba cuando, una tarde, deambulando por la calle, se encontró en el suelo un folleto que llamó su atención.

Se agachó, lo recogió y vio que era un programa de una exposición de fotografía que decía:

—- o —-

Exposición KAIROS

En la Sala Virtual de Exposiciones.

“En ti mismo está la FUERZA para salir fuera, MÁS ALLÁ de tus sombras, dejando que una LUZ FRESCA te embriague e inunde, y te anime con un ¡ATRÉVETE! a dejarte llevar por tu propio SOUL hacia tu lado BURLESQUE, ese que te permita ir ADELANTE y recorrer EL CAMINO, sea el que sea.

La SABIDURÍA y la experiencia te permitirán sortear los OBSTÁCULOS y encontrar el EQUILIBRIO con el que te dirás ¡EH!, ¡no es tan difícil!, puedo crear mis propias ESTRUCTURAS y serán perfectamente válidas en todos los RINCONES, y sin importar la fachada”.

—- o —-

El título de la exposición, “KAIROS”, ya de por sí llamó poderosamente su atención.

Los Griegos se referían al tiempo con dos expresiones, Cronos y Kairos. Cronos es el tiempo secuencial, cronológico, el lado cuantitativo del tiempo, mientras que Kairos es ese momento indeterminado donde suceden las cosas especiales, el lado cualitativo del tiempo, el momento de la inspiración, el momento en que sientes, en que intuyes que tienes que hacer algo porque, si no, el momento se desvanece, es el conectar lo que puedes hacer con lo que a tu alrededor acontece.

Con tal tarjeta de presentación, tenía que asistir.

Accedió a la sala y después de visualizar cada una de las fotografías que se exponían, preguntó por el autor para saludarle y conocer un poco más sobre sus creaciones.

Al momento una voz le saluda, “Hola, soy Adan, ¿me buscabas?”; y la palabra Kairos volvió a tomar sentido. Un hombrecillo, corriente pero afable, le tendía su mano, la cual le estrechó con la sensación de que podría ser cualquier otro que el efecto hubiera sido de la misma sorpresa.

Entablaron una conversación suave, sin prisas. Hablaron de fotografía, de miradas, de sentimientos, de espacio, de provocación, de latencia, de relatos, de evocación, de solidaridad, de tristeza, de resiliencia, de orden, de errores, de vidas truncadas, de esperanzas encontradas,  de terapia, de responsabilidad, de humanidad, de arte..., y sobre todo, de personas.

Personas que según él, en una tarde del mes de Junio de 2020, tres meses atrás, se sumaron a una aventura de investigar sobre la cara oculta de la fotografía, o más que oculta, la que no todos ven de la misma forma, acompañados de otras 6 personas que compartían la misma locura, pero que ya llevaban tiempo experimentándola.

Tres meses en los que el Kairos tomó asiento a su lado en cada sesión o reunión, y donde, gracias a la riqueza humana de todos, consiguieron caminar sin miedo, con sana curiosidad, y con mucho respeto, por las veredas de lo hasta entonces desconocido o erróneamente interpretado.

Personas a las que, al igual que la curiosidad satisfecha de aquel niño de 9 años, se le abrían delante de sus caminos infinidad de posibilidades de decidir cómo usar lo que ya sabían y ahora entendían, para su propia riqueza personal y espiritual, para ver y para ser vistos.

Y fue en este momento cuando la cara A y la cara B de este relato se unieron, dando sentido a lo que decía Anáis Nin de que “No vemos las cosas tal cual son, sino tal cual somos”, o dicho de otra forma por John Berger, “Lo visible no existe en ninguna parte. No es más que un conjunto de imágenes que el ojo crea al mirar”.

Han sido tres meses en que todo lo que ha pasado pasa a formar parte y a buen recaudo de la vitrina de mis recuerdos recurrentes, esa misma vitrina a la que regreso de vez en cuando para cargarme de su energía porque guardan momentos y personas que nunca se olvidan, vitrinas en las que, como ya en alguna ocasión he escrito, están guardados, entre otros,

- Un capítulo especial para mi Madre
- Un capítulo especial para mi Padre
- Mi primer día de colegio
- El día que descubrí el maravilloso mundo de la naturaleza sumergida
- La cara de mis padres cuando les dijimos “van a ser abuelos”
- El nacimiento de mis dos hijas
- ...

y a partir de ahora, tres meses de aprendizaje junto con 14 personas inolvidables ya tienen su hueco reservado.

Durante ese tiempo he estado en un Kairos continuo gracias a ustedes, de la mano de la fotografía y de la mano de la humanidad que todos desbordan.

Y, mira por donde, me llevo el Gran Aprendizaje hecho con ustedes: Quería traducir palabras a imágenes, y he descubierto que lo verdaderamente bonito es dejar que las imágenes hablen, por mi, por ti, y por los demás.

Este relato no es más que un mini proyecto que ha salido de esta vivencia. Un mini proyecto en el que la imagen es su origen y destino, y en el que a modo de Exposición Fotográfica, muestro mi visión de esas personas que me han acompañado, que me han enseñado, que me han arropado, y lo que es más bonito, he dejado que el título y la narrativa de dicha exposición a modo de folleto de presentación,  saliera de las fotografías expuestas (ese es el poder de las narrativas).



Permití dejarme llevar, y que la proyección que sentía de cada uno de ustedes me viniera de vuelta como reflejo de las sensaciones que me provocaban, para con ellas seleccionar una imagen que me generara inequívocamente ese punctum que hiciera enraizar esas sensaciones, esos sentimientos. Y la magia de las imágenes se hizo valer de nuevo, mostrándome una historia sin necesidad de forzar orden o contenido.

Soy consciente de que lo que esas imágenes dicen es multicultural, y que tendrá un significado según sea cada uno que las mire, pero son imágenes y ese es, precisamente, su mayor valor: que a todos les hablará.

Hay una fotografía representando a cada uno, sin más pretensión que intentar mostrar lo que ustedes me inspiran y que cada vez que las mire me traigan a mis ojos, a mi olfato, a mi alma, lo que con cada uno he vivido en estos días, dándole sentido a eso que llamamos realidad, la de cada uno..., y la mía.

De estos tres meses me llevo muchas cosas, pero de entre todas ellas, 

- El coraje disimulado de Renata
- La duda motivadora de Nuria
- La sonrisa eterna de Catarina
- El valor emergente de Eli
- La mutación convincente de Raul
- El desenfado irreverente de Carol
- La paz emergente de Sergio
- La valentía carismática de Adrian
- La adaptación enérgica de Agus
- La serenidad cómplice de María
- La visión reflexiva de Elena
- Las seguridad moldeable de Mireia
- La aventura espontánea de Jorge
- La templanza socarrona de David

Gracias Renata por enseñarnos tu coraje y compromiso especialmente contigo misma, gracias Nuria por mostrarnos que una sonrisa encierra mucho poder y hace maravillas, gracias Catarina por iluminarnos las tardes con tu alegría espontánea y perenne, gracias Eli por hacer de tu viaje nuestra aventura, gracias Raúl por enseñarnos que el espíritu tiene colores y a veces lo llamamos alma, gracias Carol por tus aterrizajes y todos esos tatuajes que nos has regalado, gracias Sergio por compartir tu rincón de pensar con tanto acierto, gracias Adrian por enseñarnos que el mundo es solo un espacio y que lo que importa es quienes lo ocupan.

Gracias David por compartir tu conocimiento, experiencia y buen hacer de una forma tan sencilla, gracias María por tu forma de mostrar y hacer visibles las cosas, gracias Agus por recordarnos que un plano fotográfico también es el personal, gracias Elena por instigarnos a romper los mapas, gracias Mireia por dar sentido a las expectativas, gracias Jorge por tan buena caligrafía en tu caminar, ... a ustedes, los que nos han trasladado sus vivencias y conocimiento, gracias por compartir y enseñar viviéndolo con la pasión con que lo hacen porque es contagiante.

Y a todos, gracias por regalarme un trocito de sus vidas: la cuidaré con mucho amor, lo prometo.

Juan Sanabria - Septiembre 2020

Les invito a ver su exposición:



Pd: 
1.- No se quien dijo..., “cuando veo algo, ya no puedo no verlo”.
2.- ¿Adivinan a quien corresponde cada fotografía de la exposición?



Y con esto empezó, o cambió, todo.