No te lo pierdas

jueves, 12 de octubre de 2017

Ruta de Lágrimas






"Me voy de ruta". Esa expresión entre los moteros significa que te vas a subir en tu moto y, bien solo o acompañado, te vas a recorrer durante más o menos tiempo por nuestra Gran Canaria, los caminos y carreteras que unen todos sus pueblos, con casi obligado paso por carreteras de nuestra cumbre.


Cuando vas de ruta, al menos como yo la interpreto, disfrutas de absolutamente todo lo que ves y te rodea, ya sea costa, risco o cumbre. Pero es cierto que estas últimas tienen un encanto especial.
Cuando transitas por entre nuestras arboledas sientes que los Pinos te dan la bienvenida y te invitan a pasar. Te acompañan y te sonríen a tu paso agitando sus ramas, alegres de que hayas ido a visitarlos.
Si hace sol, notas que sus rayos se suben contigo en la moto y te acompañan dejándote ver de una forma más clara y espléndida lo que te rodea gracias a una especie de acuerdo cómplice con los árboles. Si llueve, las gotas también quieren acompañarte, y aunque no todas lo consiguen, algunas logran quedarse en la moto, en tu chaqueta, en tu casco, dando su particular toque al rodar, pero en cualquier caso los árboles no dejan de blandir sus ramas para saludarte y agradecerte tu paso. Y tú también lo agradeces.


Mi último recorrido por nuestra cumbre ha sido una Ruta de Lágrimas. Lágrimas que luchaban con fuerza por escapar de los ojos intentando apagar un fuego de impotencia. Al pasar entre los pinos tenías la impresión de que eras un intruso. Los árboles apenas movían sus esqueléticas y ahora desnudas ramas y cuando lo hacían era como si intentaran extenderlas para alcanzarte y gritarte que los sacaras del escenario dantesco en el que se estaba representando un drama impuesto, y en el que eran actores principales en contra de su voluntad, por gracia de un guión improvisado escrito por la mano de un desaprensivo.



He sentido árboles llorar, he sentido árboles que te miraban de reojo cual sospechoso de su desgracia..., he visto árboles muertos, y he sentido las voces del silencio que cabalgando entre la tímida brisa que osaba pasearse entre los esqueléticos troncos, cantaban el más sentido de los arrorrós, intentando calmar con caricias el dolor de la desesperación.

Cuando recuerdas que hace más bien poco tiempo pasaste con otros compañeros por sus caminos, y lo comparas con lo que ahora ves, no llegas a entender, por mucho esfuerzo que hagas, por qué tenemos que encontrarnos ante pesadillas como esta.
Cuando llegas a la Cruz de Tejeda, encrucijada y punto de encuentro de muchos moteros en sus salidas de ruta, y te sientas donde siempre pretendiendo tomar un café, agua o refresco, no te sabe igual por mucho esfuerzo que haga la gente de El Refugio o El Asador para que te sientas a gusto. Tienes la sensación de que llegas a tu casa y ves que te han entrado y robado una parte de tu identidad.

Antes....

Después...

Se que nuestros Pinos son fuertes, y que por sus venas corre savia de la buena, con ganas de recuperar aunque sea a golpe de años, la frondosidad y grandeza de su porte y estilo. Ese es el principio de la esperanza de recuperar esa parte de identidad arrebatada, en cuya lucha todos tendremos que poner nuestro granito de arena, incluyendo a nuestros estimados (a veces no queridos) gobernantes, a ver si por una vez dejan de anteponer según que intereses partidarios a las funciones y obligaciones que tienen como representantes de un colectivo único. No es momento de enfrentamientos, sino de unir fuerzas para que no vuelva a pasar, además de encontrar la causa y el causante de que una llama que posiblemente no medía más de un centímetro, haya creado una llama de 27 kilómetros de frente, llevándose a su paso nuestro motor de oxígeno y vidas, humanas o de animales.

Mucho se ha hablado de si la culpa es del Cabildo, de los Ayuntamientos o del Gobierno de Canarias. Yo tengo claro que la culpa es de quien prendió la llama, sin más. A los organismos les pido que dejen de mirar unos a otros a ver quien paga el pato, a ver a quien se le puede echar la culpa y hagan  lo que esté en su mano por colaborar. Cuando está en juego nuestra naturaleza y nuestra propia identidad las fronteras políticas y municipales deben quedar tapadas por el ánimo de colaboración. ¿O acaso si tu ves que tu casa está sucia esperas a que el que tenga que limpiarla venga a hacerlo? Seguro que no, porque es tu casa y la quieres limpia. Ya arreglarás después con el que debía limpiarla que te compense lo que has hecho (creo que sobran explicaciones).

Por lo que a mi respecta, seguiré visitando y pasando por esas rutas aunque estén desoladas, haciendo compañía y recordándole a los árboles que pronto volverán a saludar con la misma luz de antes.



Confío en que un día no muy lejano, mientras lo haga, la sonrisa no me quepa en el casco y las lágrimas me refresquen los ojos, pero de alegría al ver los primeros brotes verdes en sus troncos y ramas. Será también una Ruta de Lágrimas, pero en esta ocasión, deseadas. Ese día los árboles también llorarán, pero de alegría, su proceso de recuperación se acelerará, y volveremos a sentir el sabor de la armonía de esa Naturaleza que nos envuelve y emborracha con sus olores y su cobijo.


El deseo firme de que este "antes".....




... pronto se convierta en este "después".