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martes, 27 de mayo de 2014

Interés desinteresado.

O lo que es lo mismo, de cómo es el interés que se muestra cuando muestras interés, o no.

Zona de Triana. Una mañana tranquila que se había despertado gris y que todavía se desperezaba sin terminar de abrir sus nubes al sol. Pero agradable en cualquier caso. Paseando en buena compañía, sin rumbo fijo, solo disfrutando del momento.

Es media mañana y decides tomar algo. Vamos a una cafetería de la calle Perdomo y, cuando ya estamos sentados, mi vena observadora empieza a captar, unir y desgranar imágenes.

Es curioso cómo se comporta la mente. Mientras nada te llama la atención, todas las imágenes que han captado tus ojos van pasando como desapercibidas por tu conocimiento y quedando grabadas en tu mente cual disco duro. Pero basta que en un momento determinado una imagen que está siendo captada llame tu atención, para que inmediatamente nuestro robot del razonamiento se sumerja en el mar de instantáneas de ese inmenso disco duro y en una milésima de segundo ponga de nuevo en nuestra memoria reciente todas las imágenes relacionadas con aquella que ha captado nuestra atención, cual buscador Google en nuestro intelecto. Maravillas del ser humano.

Y así fue como una secuencia de lo más normal en una cafetería, llegó a conformar una reflexión.

Una pareja de unos cuarenta años están pidiendo en la barra. Ambos con vestimenta de sport ("casual", que dirían algunos). El lleva en la mano una bolsa grande de la tienda Apple. Se sientan y al momento saca de la bolsa una caja: por el dibujo exterior se trata de unos "cascos" grandes, de una de esas marcas que cuando te dicen el precio te quitan el hipo aún sin tenerlo. La escena que sucede es:

Ambos sentados, uno frente al otro. El a la izquierda desde mi perspectiva. Ella a la derecha.

Él erguido, con la caja en la mano. Le está dando explicaciones (no consigo oírlas, pero se por entonaciones y frases sueltas que lo está haciendo – no pretendo ser veleto o novelero-) sobre las bondades, características y ranking del aparato en cuestión. Mira la caja y vuelve la mirada una y otra vez hacia su pareja como un perfecto profesor que da su mejor clase argumentada.

Ella, enfrente de él, ligeramente ladeada, con las piernas cruzadas una sobre otra, arqueada hacia adelante apoyando su barbilla sobre una mano mientras la otra le cuelga con desdén sobre la pierna contraria. Y su cara…, en ningún momento de la explicación de su pareja cambió su expresión. Su cara estaba presente, su mente no.

Le podrían estar hablando de política, de deportes, de pintura, del carácter aventurero del zorro del desierto o del arte grafitero de la araña Tigre que su expresión no hubiera cambiado. Su cara estaba  presente, su mente no.

No intercambió un solo comentario. No pidió aclaración, no dudó, no mostraba reacción alguna, solo estaba plantada delante de él. Casi se veía físicamente como las palabras de su interlocutor chocaban en su cara y salían despedidas hacia territorio de nadie.  Si fuera una sesión de hipnosis, diría que lo estaba consiguiendo. ¿O acaso se trataba de un sugestivo estado de meditación trascendental?. Les aseguro que no: Su cara estaba presente, su mente no.

Cuando él terminó su exposición, ella, sin romper ese estado gravitacional de indiferencia, se levantó con un desganado "ahora vengo", y se levantó.  ¡Vaya Final de Oscar!

 

Y digo yo…:

-       Si la exposición en lugar de sobre un aparato electrónico hubiera sido sobre moda o zapatos, ¿su reacción hubiera sido la misma?

-       Si la exposición la hubiera hecho ella, ¿habría podido él permanecer impasible durante las primeas tres frases o se hubiera llevado una reprimenda por "no prestar atención" posiblemente aderezada de un "ya no me haces caso" y caras largas durante un buen rato?.

 

Me tildarán de exagerado. Solo sé que la cara es un reflejo del alma. Y por si hubiera duda, miré sus ojos. Esos no engañan.

domingo, 18 de mayo de 2014

A mis amigos de lo "pequeño".

Me atraen las cosas pequeñas, el verlas de cerca y contemplar sus texturas, formas caprichosas y aspectos que pasan desapercibidos cuando no nos acercamos a ellas.

No es que me gusten en particular los insectos, animalitos o bichitos pequeños, pero he de reconocer que, como ya dije en alguna ocasión, desde que el amigo Franky abrió a mis ojos y conocimiento esta faceta de la fotografía, cada vez que paso por un jardín, matorral, muro, terreno o cualquier otra cosa, lo veo con otros ojos. Digamos que me entretengo, busco algo más, en lugar de ignorarlo o pasar sin mirarlo.

Mis fotografías, en lo que a macro se refieren, todavía dejan mucho que desear, pero he de reconocer que me maravillo de lo poco que consigo, no solo por el hecho de conseguirlas, sino de lo que se aprende en el camino, y no me refiero solo a fotografiar.

Hoy ha sido un día de los que se van a quedar grabados, en lo que a "práctica macro" se refiere.
He de reconocer que me "he divertido" durante algo más de media hora, contemplando un pequeño grupo de abejas (bueno, perdón, para mí son abejas), que pululaban sobre unas flores. Las he seguido (o lo he intentado), he intentado hacerles algunas fotos, y las he hecho, pero lo que se me ha quedado grabado no son las fotos en sí, sino lo que he aprendido de ellas y que nunca hasta ahora había visto.
Cuando observas su comportamiento ves cosas que antes ni te hubieras imaginado.
Todos sabemos que las abejas se acercan a las flores, y sacan su "néctar", que se supone es su razón de existir.
Pero lo que nunca hubiera imaginado es que, además de eso, algunas se dedicaban a recolectar pétalos. Si, recolectar. Seguramente será algo de lo más natural, y ustedes a lo mejor dicen "anda, este ya descubrió la pólvora", pero reconozcan que para quien nunca lo ha visto, cuando menos es sorprendente.
Algunas de ellas después de posar en varias flores, terminaban seleccionando una flor, se colocaban en la vertical de uno de sus pétalos y, mientras agarraban con sus patas el pétalo, lo iban cortando a mordidas en círculo, y cuando llegaban al final lo "ovillaban" de forma que quedaba entre sus patas una especie de pétalo en forma de cuasi-tubo y cuando lo conseguían desprender del todo, iniciaban su vuelo hacia no sé que lugar. Incluso en una ocasión, una de ellas se comprende que no conseguía llevarse el pétalo todo lo bien que debiera, que decidió hacer una parada en una piedra, acomodárselo mejor entre sus patas, y reanudar ese errático y programado vuelo hacia no se donde.

En otra ocasión, una de ellas no conseguía que el pétalo se desprendiera del todo, y era simpático ver como se sacudía volando de un lado a otro, dando "reflechones" mientras lo tenía cogido con sus patas hasta que consiguió que el fino hilo que lo mantenía unido a la flor, se quebrara finalmente. Era similar a cuando un pero está mordiendo un trozo de tela que quiere romper y sujetándola con las patas da golpes de cabeza a un lado y otro hasta que lo consigue.

Curiosa que es la naturaleza. Y sabia.

Habrá que seguir aprendiendo de ella. Y, de paso, de ustedes, que en esto de plasmar en imágenes sus secuencias son unos guardianes  con mucha maestría.

Les dejo algunas de las modestas fotos que hice durante el aprendizaje de hoy. Y no se corten en ser crueles con quien las hizo, que el aprendizaje nadie dijo que iba a ser cómodo.

Un saludo, y mi más sincero reconocimiento y admiración.








lunes, 5 de mayo de 2014

He visto la Luz

"He visto la luz".

La luz se puede manifestar de muchas maneras, pero sin dudarlo, ese sería el título de la fotografía que ahora mismo tengo en mi mente. Es una fotografía muy grande y que por ello transmite mucho…, de todo…, especialmente luz.

He estado en muchas conferencias, cursos, seminarios, charlas, talleres etc., de muy diversa índole y contenido, pero he de reconocer que acabo de asistir a un Taller de Iluminación de la asociación Foto Gran Canaria que tenía una característica más, muy diferenciada del resto y que ha hecho que en mi biblioteca intelectual haya quedado soldado al banco de neuronas de mi cerebro bajo el bloque cognitivo de "para uso y disfrute recurrente". Llamemos a esa característica "humanidad". Justo lo que hizo que el taller pasara de ser un "impartir" contenidos a "compartir" experiencias.

En realidad fueron dos talleres, pero he de reconocer que en el primero (Taller de Iniciación) no pude participar plenamente por incompatibilidad con otras obligaciones, aunque sí asistir posteriormente a ratos, los que mi cabeza, que se encontraba por momentos en otra cosa, me permitía. Eso sí, por lo que estuve presente, le es de aplicación sus mismas características.

Y tirando de esas mismas neuronas, pude ver y comprobar que a ellas también estaban soldadas los contenidos de un taller anterior organizado por la misma Asociación sobre Fotografía Macro. ¿Casualidad?..., puedo asegurar que no.

Todos esos talleres tienen ese mismo nexo, ese factor común de humanidad y de "compartir" que les distingue.

Ayer pude comprobar una vez más el secreto. Y es precisamente que no es un secreto, sino que forma parte de la naturaleza de las personas. Por eso a otros les es tan difícil de copiar, por muy "doctor" o "gurú" que se sea.

Es un "todos a una" por conseguir que "lo que sea" funcione. Y funciona.

Desde un recibimiento espontáneo a un interés personal en que te sientas bien en cada momento, aderezado con multitud de detalles que es posible que pasen desapercibidos para algunos pero que al final hacen esa marca de la casa.

-       Para empezar, el hecho de hacer los talleres, desinteresadamente, solo por la idea de compartir una pasión, o una parte de tu experiencia con esa pasión.

-       El hablar desde el punto de vista de igual a igual. Eso solo resulta fácil hacerlo cuando tus convicciones las tienes muy claras, y en estos talleres al minuto 0 ya estás notando que no hay diferencias, aunque alguno esté 20cm más alto.

-       El trato participativo, amigable, demostrando talento, pero sin nublar el de los demás.

-       La sencillez y simplicidad de las cosas, sin necesidad de soportarlo con mil teorías o otros tantos manuales "de obligado mandamiento" (lo cual no excluye que puedan tenerse y leerse, que de todo se aprende algo, como mínimo para tener una opinión). El ejemplo es la mejor llave del aprendizaje.

-       El no querer "venderte" algo. Solo "enseñarte" algo y más.

-       El ver a gente comprometida con lo que cree, y que no se guarda sus conocimientos, sino que retan a que más personas los tengan para así entre todos enriquecerse en la técnica, el conocimiento…, la experiencia.

-       La preocupación constante porque estés bien y a gusto.

-       Algo tan pequeño como la "esquina de pastas-agua-cafés-y-otros-brebajes", magistralmente colocado y atendido por colaboradores como si en ello les fuera la vida.

-       Compañeros y amigos de aventura, podríamos decir, que se prestan a estar presente solo por si fuera necesaria su ayuda, desde acarrear un cable a aguantar un difusor, maquillar a una modelo, acompañar a alguien a buscar algo, vigilar el ordenador y proyector, montar equipo, desmontar equipo y atrezzo, etc.

-       Una mano encima del hombro en cualquier momento improvisando una charla o soltando una "patujada" que, entre bromas, también te hace pensar, aunque sea para que solo te rias.

-       Sentido del humor por doquier…

-       Sentido común por doquier…

-       Humanidad por doquier…

-       Honorabilidad por doquier.

 

Pues bien, todo eso es lo que aparece en esa fotografía tan grande que he visto en mi mente.

Y es tan fuerte el mensaje que envía que creo que será muy difícil (por no decir imposible) encontrar en algún momento alguna idea o motivo que pueda fotografiar y que me permita transmitirlo todo junto. Por eso posiblemente solo quede como una foto en mi mente y nunca intente llevarla a la práctica, porque será harto difícil que consiga transmitir todas las dimensiones que conlleva, aunque prometo intentarlo.

En cualquier caso, y como "De bien nacido, es ser agradecido", creo que es justo transmitir mi agradecimiento a quienes hacen posible que haya experimentado tan grata sensación y alimentado mi hambre fotónica.

Gracias Carlos, por liderar la asociación y por ser un "maestro" de los que acompañan. Gracias Perico por bañarnos con esa peculiar manera de ver las cosas. Gracias Franky, por hacer de un mundo tan pequeño algo tan grande. Gracias Dunia, por, digamos el "protocolo" o toque de organización y por otras muchas cosas, especialmente por las pastas de chocolate. Gracias Manolo, por tu punto de vista de perro verde, todavía hay muchos que no lo han visto. Gracias Sisco por tu lado "heavy" y por "bajar" al suelo cosas que a priori parecen muy altas. Gracias Verónica porque al igual que el "aire", el que no se te vea no significa que no estés. Gracias Carolina (permíteme llamarte Nano) por querer ser una niña grande; lo que muchos no dicen es que ellos también quisieran serlo. Gracias Francis, por el buen humor, por tu apoyo y por tus momentos "smarthpone". Gracias Mila por tu compañía, tu interés, y tu calor de buen-hacer.

A todos…, gracias por vuestro tiempo. Porque el tiempo que verdaderamente cuesta no es el libre, sino el liberado.

Y a todos…, gracias por ser como son.

Espero poder seguir bebiendo de vuestra compañía y compartir la fuente de la mía.

Un abrazo.

Juan (Airban).