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viernes, 22 de julio de 2016

Pasos y tiempo




La máquina del tiempo existe, y unos cuantos privilegiados hemos tenido la exclusiva oportunidad de experimentarlo durante casi 2 horas, acompañados siempre de unos guías muy especiales que no dejaron en ningún momento que pensáramos en otra cosa que no fuera la propia experiencia.
Volvimos a los años 80 y 90 en un viaje que a cada minuto aumentaba la dosis de alegría, el caudal de recuerdos y la intensidad de las vivencias. Fue un retorno al pasado sin abandonar el presente, lo que le da más riqueza y valor aún.
¿Y qué mejor manera que hacerlo que de la mano del baile y la música?.
Esa fue la propuesta de este año para el espectáculo de final de curso de la Escuela de baile Ruben T., y fue todo un acierto. Todos los bailarines y profesores se empeñaron en conseguir un Musical de altura, y lo consiguieron, lo que dice mucho de su profesionalidad y pasión.

Desde el minuto 1 el público ya estaba volcado con el espectáculo, se involucró formando parte del mismo, y transmitiendo con sus palmas la magia de sus sentimientos, esos que tomaban vida nuevamente en forma de ritmo y pasos de baile, y volvían a escribir un capítulo más de la historia inolvidable de cada uno.

Tuvimos un maestro de ceremonias de lujo: José Carlos Campos. Un profesional donde los haya, que es capaz de calibrar y acompasar su entorno para conseguir conectar desde el primer momento con el compromiso adquirido y trasladarlo a los presentes, sin perder de vista la realidad que le rodea. Quien haya tenido el gusto de verlo trabajar detrás y delante del telón ha comprobado como “la persona” no abandona “al profesional”, sino que se ayuda mutuamente. Pocos lo consiguen. Él lo hace.

Ese maestro de ceremonias, perfectamente en sintonía con lo que el experimento prometía, abrió la caja de pandora particular de cada uno de nosotros y nos embaucó a golpe de zapping en el fantástico viaje.
Al son de la sintonía del programa 1, 2, 3, con la calabaza “Ruperta” de fondo,  empezó una nueva emisión del mítico concurso, esta vez en una edición muy especial, porque todos salimos ganadores.





Al comienzo de esa emisión especial, 14 apuestas “secretarias” ataviadas con las gafas tan características del programa y en pose de saludo y recibimiento, ocupaban la parte trasera del escenario, sobre el que se encontraban dispuestas 14 cajas, de las que salieron momentos después 14 regalos en forma de pequeñas y preciosas bailarinas todas ellas ataviadas con su tutú rosa y unas caras de alegría que hacían brillar Teatro.
Poco después estaban evolucionando todas juntas en una medida y orquestada coreografía arrastrando a los presentes a ser partícipes de ese particular mundo que estaban construyendo delante nuestro, fusionando su saber, sus ilusiones y su aprendizaje.
Casualidad o no, esa imagen decía mucho más que lo que la propia escenografía quería mostrar. Y es que, el grupo de las 14 secretarias estaba formado por las alumnas del grupo avanzado de baile, las más experimentadas, y los 14 regalos estaban formados por las más pequeñitas, las que empiezan y que quieren emular precisamente a las otras que son su referencia.Todo un mensaje de continuidad y de ilusión.

Posiblemente esa imagen sea la que de una mejor idea de lo que significó el espectáculo que la escuela de baile Ruben T. nos mostró el pasado domingo, haciéndonos regresar a los años 80 y 90 a través de la música y el baile: Continuidad e Ilusión, dos potentes motores de eso que llaman "motivación".

Creo no equivocarme si afirmo que de todos los bailarines el 99% no tenía uso de razón en los 90 (y menos en los 80), y por tanto no conocían su música hasta que Rubén se las mostró y empezaron a coreografiarla. Posiblemente no sabían de las razones, las situaciones o el entorno social que dieron lugar en su momento al nacimiento de esa música. Y sin embargo, fueron ellos los conductores de nuestro viaje. Imagínense, ¡nos estaban enseñando a nosotros, los adultos, la música que había sido la banda sonora de nuestra juventud, y lo hacían de maravilla!.
El baile fue el hilo conductor, el puente generacional, que permitió que esa fantástica conjunción se produjera.
Es una prueba más de que la música y el baile son elementos universales, están por encima de cualquier ideología, idioma, cultura, raza, creencia o impedimento. Simplemente se escucha, se sigue, y si dice algo o significa algo, ya quedará para siempre en nuestro conocimiento.

El espectáculo continuó con la participación de Dunia Santana, cantante nacida en Telde y que con su chorro de voz llenó el Teatro de más energía y ritmo, a la vez que hacía de una más en el grupo de baile que la acompañaba.



Después de que la cantante Dunia nos deleitara con su magistral voz y mientras saludaba al público, un grupo de pequeñas bailarinas se colocaron a su alrededor y cuando les preguntó  si querían que cantara otra vez, todas respondieron con un “demi-plie” mágico. ¿alguien necesitó interpretación de cuál había sido su respuesta?. No hizo falta. Ese “demi-plié” llegó a nuestra mente en forma de un SI rotundo, y fue lo que dió pie a que Dunia inundara nuevamente la sala con nuevas y mejores vibraciones gracias a la magia de su voz y a su pequeño pero potente conjunto de bailarinas. Un guiño más a ese potente lenguaje universal que es el baile.

Una tras otra, nuevas actuaciones, nuevas coreografías, una trama muy bien concebida y magistralmente ejecutada, todo ello ratificando lo que teníamos delante: un gran espectáculo.




Fue una Fiesta digna de los mejores escenarios, el broche de oro a un año de trabajo, aprendizaje y también diversión.

Sin duda, no es una tarea fácil llevar a cabo el montaje de un musical de este tipo, aunque desde fuera se vea como algo que sucede de forma muy rápida en solo 2 horas.

Invito a todos a que piensen por un momento en lo que cada uno de ustedes hubiera tenido que hacer si les hubieran encargado la organización de dicho espectáculo. Seguro que el panorama les cambia enseguida.
  • Idear la historia principal y darle cuerpo
  • Buscar la música y seleccionarla
  • Escribir la historia con la música.
  • Trasladarla a coreografía
  • Buscar una fecha viable
  • Buscar sala para representarlo
  • Contactar con invitados para la actuación, cerrar sus agendas y que te cuadre con la fecha que tienes disponible.
  • Enseñar la coreografía, no a un grupo, sino a muchos.
  • Ensayar y revisar la coreografía
  • Pensar en la escenografía del escenario.
  • Localizar profesionales de iluminación y sonido.
  • Trasladar a los profesionales de iluminación y sonido la historia y diseñar el juego de luces para cada actuación.
  • Vestuario: pensar en el estilismo adecuado a cada baile.
  • Empezar con búsqueda de vestuario y las correspondientes pruebas, no para un grupo, sino para muchos.
  • Coordinar una prueba general
  • Cronometrar la secuencia de actuación para que no haya paradas,
  • Bufffff……..


Teniendo en cuenta todas estas variables que intervienen es muy difícil contentar a todo el mundo. Tampoco creo que sea ese el objetivo.

He tenido el privilegio de estar presente en alguno de los ensayos y en el ensayo general del domingo por la mañana. Puedo asegurarles que cualquiera se volvería loco por menos de lo que he visto. Es cierto que a veces la crispación o la desesperación pretende tomar protagonismo y hacernos sucumbir a sus encantos, pero el tesón y sobre todo la confianza en lo que se hace y por qué se hace es el mejor antídoto para cualquier amenaza de este tipo (y sinceramente creo que en los componentes de la escuela de baile Ruben T, de ese antídoto hay de sobra).
Hay algo que a todos une: Todos están luchando y caminando hacia un mismo objetivo. El mostrar lo que saben, y que salga perfecto.

Desde estas líneas dar las gracias a Ruben, por ser el artífice de que un año más hayamos disfrutado de un verdadero espectáculo donde no ha faltado alegría, diversión, arte, expresión, profesionalidad, buena música, mejor baile, y como cada año ocurre, con el listón más alto.
Gracias a los profesores que han seguido sembrando la inquietud del aprendizaje en tod@s esos jóvenes que apuestan por el baile como medio de expresión y comunicación.




Y de manera muy especial quiero dar las gracias a los protagonistas que año tras año han hecho que la magia sin palabras cobre vida, que cada año nos han regalado su evolución en forma de historias escritas con pasos de baile, y que cada año demuestran que por  muchos problemas o dificultades que se encuentran en el camino amenazando su ilusión, siguen creyendo en sí mismos y en el baile como instrumento de formación, no solo en la propia disciplina, sino como personas.
Sin ellos no sería posible. Sin las ganas y la energía en querer mostrar siempre perfecto el resultado no sería lo mismo, y con seguridad, esas ganas, energía y compromiso les acompañarán en todas las facetas de su vida. A todos los chicos y chicas que nos han mostrado lo que saben y lo que son capaces de hacer, desde los que empiezan hasta los que ya están experimentados, a ustedes todos, que sin duda alguna se pueden considerar bailarines y bailarinas, GRACIAS. Gracias por mostrarnos lo que saben hacer y de la manera que lo hacen. Sigan marcando el tiempo de vuestro  camino a ritmo de buenos pasos y buscando siempre el mejor sendero y la mejor melodía para que les acompañe.
Obstáculos siempre se encontrarán. Lo importante es saber afrontarlos y pensar en justo el momento después a cuando lo hayan superado.

Y a todos, déjense llevar por sus mejores vibraciones, sacúdanse sus rutinas y desmelénense un rato, vuelvan a sentir los mejores momentos de cada uno e intenten repetirlos sin olvidarse de quiénes son. La música es una buena compañera, el baile es un buen calzado alternativo de motivación y a modo de misión piensen que, siempre, siempre, lo mejor está por venir.


Como decía una de las canciones del musical:
“Footloose, kick off your Sunday shoes", (algo así como libera tus piés, quítate los zapatos de los domingos)  y ¡baila!.


JSR - Julio 2016