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martes, 20 de septiembre de 2011

Tiempo

Tiempo

 

Parece que uno de los valores por los que solemos luchar es el de "atesorar cosas de valor". Cosas que en un momento dado nos "ayuden" a salir de un apuro. Y bajo esa perspectiva definimos el valor desde un punto de vista monetario.

Así vemos la proliferación de mercados de Oro, metales y piedras preciosas, etc. Todos ellos tienen un denominador común: son escasos. Y como no podía ser menos por esa tan famosa  y dichosa ley de oferta y demanda, entre más escasa es una cosa, más se demanda y más valor tiene.

 

Pero hay un bien, no tangible, que tiene muchísimo más valor que todo lo que se nos pueda ocurrir: El Tiempo. En definitiva, eso que nos permitirá disfrutar o no de los momentos de nuestra vida.

 

¿Para qué queremos riquezas si no tenemos tiempo de disfrutarlas?

 

Formal o etimológicamente se define "Tiempo" como una magnitud física (cuya unidad de medida es el segundo) que permite establecer una secuencia a las cosas y por tanto definir un pasado, presente y futuro.

 

Dicho así parece que estamos hablando de una mera unidad de medida. Pero a nadie se le escapa que esa unidad de medida encierra en su interior un tesoro: lo que puedes hacer mientras esa secuencia se produce. Y digo "lo que puedes hacer", porque lo que hiciste ya es pasado y es irrecuperable. El tiempo pasa, se consume, y ya no lo puedes volver a utilizar. Esta es su principal diferencia respecto de otros bienes considerados "valiosos" que una vez perdidos, si consigues fondos, podrías recuperarlos (pero para todo ello necesitas tiempo).

 

El pasado es historia, el futuro es un misterio, y el hoy es un regalo. Tres variantes de tiempo que condicionan nuestra existencia, y que son consideradas de manera distinta por las personas.

 

El joven considera que tiene todo el tiempo del mundo. Está en el supuesto comienzo de la distancia de su vida (es corredor de media maratón). No cree que el tiempo sea algo tan valioso. Pronto se dará cuenta de que su escala de valores cambiará y necesitará tiempo para todas las cosas que le van llenando el gusanillo de sus expectativas, ilusiones o necesidades.

El anciano, dependiendo de lo que haya hecho en su vida, sentirá añoranza o peleará con uñas y dientes por cualquier resquicio de segundo que le pase por delante, porque cuenta con que no sabe si podrá hacer lo que quiere en la distancia que le queda por recorrer (es corredor de 100 metros lisos). También hay quienes prefieren sentarse a ver pasar el tiempo como agua que cae por los desagües sin aprovechamiento alguno.

El que está en la supuesta mitad de camino normalmente hace de farero (dependiendo de su expectativas será corredor de fondo o de obstáculos). Se permite el lujo de otear hacia atrás y replantear cosas pensando que todavía le queda mucho por delante. Pocos son los que han vislumbrado que su camino se va consumiendo y tiene que llenar cada segundo de su vida de cosas interesantes y satisfactorias para él mismo y para los que le rodean.

 

Debemos pelear por cada segundo de nuestro camino como si en ello nos fuera la vida. No podemos desperdiciar un bien tan valioso.

 

Desgraciadamente, el tiempo que mide nuestra andadura tiene dos partes: Tiempo ocupado y tiempo libre.

El primero suele ser el mayor, el que más abarca del total de nuestro tiempo, y lo defino como aquel que no controlamos, cuyo consumo nos viene dado por obligaciones (de la naturaleza que sea) y que no podemos evitar y cambiar, al menos si pretendemos tener "otros recursos" para poder utilizarnos en dar sentido y contenido al segundo.

 

Tiempo libre. ¡Qué gusto! ¡Munición para gastar en lo que nos gusta! (o para desperdiciarlo si no somos conscientes).

Normalmente está asociado a la porción de tiempo que las obligaciones, o terceros, nos dejan para nuestro propio uso y disfrute. Ese que realmente nos satisface y para el que deberíamos estar orientados mientras "gastamos" el otro tiempo que no podemos manejar.

 

Pero ya que hablamos de "valores", incluso podemos encontrar una parte de ese tiempo que tiene más valor: el tiempo liberado. Ese tiempo que para nosotros es libre, que podemos dedicar a esas cosas que nos gustan, y que, por valores propios o externos, decidimos en un momento dedicar para otras cosas, que directamente no nos repercuten a nosotros, pero sí nos dan satisfacción. Todo el voluntariado se basa en tiempo liberado, y ese sí que no tiene precio.

 

Como bien alguien, nuestro tiempo es un recipiente en el que vamos poniendo cosas hasta que lo llenamos. Procuremos poner primero las cosas más grandes, porque si no lo hacemos, y lo llenamos de cosas pequeñas, después no nos cabrán. Y cada cual que decida cuáles son sus cosas grandes. Las mías las tengo muy claras.

 

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