No te lo pierdas

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Cerrado por necesidad



Harto.

Harto de que mis planes se vayan a la porra, y no porque yo lo haya decidido.

Siempre cediendo para bien de los demás, siempre dejando para un segundo plano mis apetencias con el único fin de que mi entorno esté conforme y a gusto, porque se supone que eso redunda en que yo también lo estaría.

Y tu depósito de resistencia va vaciándose…

Siempre ayudando a los demás, dejando a un lado incluso tus propios intereses, para satisfacer los de otros que, a simple vista, te parecen más necesitados o en peor situación que la tuya. Y volviendo a reincidir incluso aun cuando te hayas dado cuenta de que no era así. Total, siempre tienes una mano dispuesta para ayudar a quien sea.

Y tu depósito de resistencia sigue vaciándose…

Cansado de que los demás den por hecho que suya es la razón, y que tú no lo haces bien. Ni siquiera valoran tu planteamiento. Simplemente como no opinas lo mismo, tú estás equivocado. Ellos no. Ni siquiera se plantean si la forma en que tú haces las cosas es válida. Simplemente es distinta de la suya, y por tanto, no vale.

Y tu depósito de resistencia se niega a perder su última gota…

Estás convencido de que la vida es bella, y un paraíso para disfrutar. Y para los que en determinadas ocasiones pierden su norte o empiezan a dejarse impregnar de nubes borrascosas en el horizonte de su inteligencia emocional siempre tienes palabras de ánimo. Siempre buscas argumentos, en los que confías y crees plenamente, para intentar convencerles de que hay más formas de ver las cosas, por lo general dos: optimista y pesimista; y que por salud propia, todo aspecto negativo seguro tiene un lado positivo. Pero la cerrazón y orgullo anti-consejo, incluso desprecio, que en ocasiones te lanzan aquellos a los que intentas ayudar, van rascando con dolor en tu propia reserva de fuerzas, máxime si quienes lo hacen forma parte de tu entorno más querido.

Y la última gota cayó…

Cierras todas tus puertas. Esas que has dejado abierta de par en par a todos los que te rodean para que puedan pedirte ayuda cada vez que lo necesiten sin ningún tipo de prejuicio. Esas que has franqueado en infinidad de ocasiones a riesgo propio simplemente para ayudar a otros. Esas que por dejar abiertas han permitido que aires nocivos impregnen tu propio interior, que para ti es sagrado. Lo haces con el firme y profundo convencimiento de que al final si no lo haces, vas a caer. Caer en tinieblas, en desasosiego, en perder la ilusión por lo que haces o por lo que te llena, en la frustración y en la apatía.

Quieres cortar con todo vínculo de aquello a lo que has pretendido ayudar, porque tu impotencia por ver que no consigues llegar puede más que el volverlo a intentar. Y te convences de que incluso puede ser bueno para quien no se deja ayudar. ¡Que se estampe!, a lo mejor así se da cuenta de lo equivocado de su razonamiento, aunque sea de la forma más dolorosa.

Estoy cansado.

Necesito respirar. Necesito alimentarme de todo aquello que me da alegría. Buscar variantes nuevas de mis propias aficiones, nuevos retos que me den ilusión, estudiarlos y llevarlos a cabo, aislándome del parecer de los demás. Regocijarme con las maravillas que nos rodean. En definitiva, pensar, aunque sea por un tiempo, más en mí.

¿Egoísta? Probablemente si. Y probablemente aquellos a los que he intentado ayudar incluso se atreverán a juzgar por encima de sus propios prejuicios, calificándome en un grupo de indeseables, porque siempre he ayudado sin que me lo pidieran, y ahora se verían en la situación de tenerlo que hacer. La empatía seguro que no es su fuerte. Si así fuera sabrían que para poder dar energía, primero hay que tenerla.

Pues sí, necesito ser algo egoísta, aunque sea por un tiempo. Necesito que mi vaso de capacidades, especialmente las emocionales, se recargue hasta un nivel mínimo aceptable. Me niego a no ayudar. Me niego a no ofrecer mi mano a quien la necesite, aunque ellos también tengan dos pero no sean capaces de verlas. Soy consciente de que no lo podré hacer si no rearmo mis capacidades, si no realimento mi estabilidad interior para ser capaz de ayudar y vencer a los contratiempos.

Cerrar capítulo, y empezar otro.

Sigo pensando que la vida es bella, que no la disfrutamos todo lo que debiéramos, sin entrar en detalles peliagudos o escabrosos del entorno y condicionantes de cada uno, que reir es mejor que llorar, y lo más importante: que nosotros, siempre, tenemos la opción de escoger.

Una sombra se produce porque al otro lado hay luz. Yo prefiero caminar hacia la luz, buscarla. Dejar las sombras detrás.

Pero, de momento, "cerrado por necesidad".

No hay comentarios:

Publicar un comentario