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jueves, 1 de marzo de 2012

Clases y Clases

Si en la empresa en la que trabajo se me ocurriera hacer un negocio concreto haciendo una inversión millonaria, pero con unos resultados catastróficos, y después se comprobara que los análisis de viabilidad del negocio no habían sido razonables o no se hubieran ajustado a realidad, puedo garantizarles que estaría despedido de forma inmediata, y con absoluta seguridad con una demanda sobre mi cabeza por, como mínimo, daños y perjuicios.

 

Si como profesional independiente hubiera cobrado importes elevados, muy elevados, de honorarios por hacer un evento determinado y después dicho evento no se realizara o, de hacerse, hubiera sido un mero acto representativo nada acorde con la cifra de honorarios, también puedo garantizarles que, aparte de estar vetado en el mundo profesional, de forma inmediata me habrían demandado por incumplimiento de contrato o reclamación de daños y perjuicios.

 

Si como ejecutivo de una empresa no hubiera aportado nada a la mejora o continuidad de la misma, la hubiera sumido en un período de desequilibrio y, lo que es peor, hubiera utilizado los bienes y recursos de la empresa (incluido sus fondos monetarios) para mi beneficio propio, pueden estar seguros que hubieran rescindido mi contrato y que, en caso de llegar al vencimiento del mismo, estaría en una lista negra para que nadie me contratara en el futuro,  además de también tener sobre mi cabeza una demanda por malversación de fondos y daños y perjuicios, exigiéndome devolver todo aquello de lo que me hubiera beneficiado.

 

Si alguien me tuviera en buena estima y me consideraran un profesional en aquello a lo que me dedicara, posiblemente oiría mis consejos. Si hiciera una promesa o defendiera una postura como dogma o como solución a un problema, lo menos que espera ese alguien es que cumpla mi palabra. No puede ser de otra forma.  Pero si justamente hago lo contrario de lo que predico, de aquello que defendí a ultranza, y lo único que hago es contradecirme de forma abultada en aquello que dije o prometí sin dar un argumento fiable sino evadiendo responsabilidades, y todo porque mi conveniencia ha cambiado, hubiera perdido la confianza de ese alguien. Y si esto ocurriera en el entorno de una empresa, llámenlo como quieran, pero estaría despedido por "pérdida de confianza", y si de mi actuación se derivara algún perjuicio económico, me lo habrían reclamado posiblemente a través de otra demanda.

 

Pero he despertado aparentemente de un sueño. O debo estar soñando. Ya no sé qué pensar. Creo que no soy capaz de distinguir la realidad de la ficción, o si la ficción se ha convertido en realidad, porque miro mi entorno y me encuentro una "gran empresa" llamada España de la que soy accionista, minoritario eso sí, en la que:

-          Hay unos señores que han gastado millonadas en proyectos y ejecuciones de obra para no poderlas utilizar, que no son viables, porque se demuestra que los análisis previos se hicieron con arte e imaginación, ¡mucha imaginación!. Pero a ninguno se le pide responsabilidades.

-          Hay unos señores que han pagado unos servicios que no se han prestado, y no han reclamado la devolución de dichos importes.

-          Hay unos señores que han pagado 100 por algo que en el mercado vale 1, pero tampoco lo denunciaron, y tampoco se les ha exigido responsabilidades o que devuelvan aquello por lo que cobraron y no hicieron.

-          Hay unos señores que se han ido enriqueciendo a costa del uso particular de unos recursos que no eran suyos, sino públicos o comunes, o incluso de empobrecerlos con tal de salir ganando, pero tampoco se les exige responsabilidades ni que devuelvan lo que han usado para bien propio.

-          Veo ejecutivos de esa empresa que hicieron un flaco favor a la misma, pero que, lejos de estar en listas negras, vuelven a ser contratados para prestar servicios por los que se ha demostrado que no cumplieron.

-          Hay ejecutivos de esa empresa que en sus "entrevistas" para ser contratados establecieron una serie de argumentos como dogma de fe de lo que era su perfil profesional y de lo que sería su proceder y actuar si fueran contratados, pero que una vez que sí lo han sido, han empezado a hacer justo lo contrario. Y encima, no pueden ser despedidos.

 

Me niego a formar parte de esta farsa.

Y aunque me siento en cierta medida impotente para acabar con ella de una manera más o menos rápida, sigo siendo optimista. Sigo pensando que el bien prevalecerá sobre el mal. Que la cordura se impondrá a los necios, y que aquello que nuestros padres (al menos los míos) nos inculcaban de "tu palabra de honor" volverá a tener el valor que realmente se merece.

 

Ayer, en un grupo al que pertenezco, un miembro publicó una foto de un atardecer en el mar, con el siguiente pié (con tu permiso Emma):

 

"Cierro los ojos y salgo de este mundo. Un mundo cruel, fantasma, sin sentido. En definitiva, un mundo en el que ni yo ni nadie pinta nada. ¿Para qué alguien iba a pintar nada? Nada pinta nada en este mundo, si nos paramos a pensar. Sólo somos un individuo con dos patas que deambula como almas en pena por el mundo. Si nos juntásemos todos los humanos y formásemos una unidad, empezaríamos a cobrar un poco de sentido. Hasta entonces, no valdremos nada. Nada. Uno contra millones es peor que todos juntos. Nuestra unidad nos sacaría adelante. Nuestra unidad tendría sentido. Tendríamos una razón por la que levantarnos por la mañana. Mano con mano y el mundo saldría adelante" (Emma Gallardo).

 

Desgraciadamente hay mucha verdad en lo que dice.

Pero no podemos rendirnos de una manera fácil. La debilidad debe convertirse en fuerza, y esta fue mi respuesta:

 

"Solo te pido una cosa: Cierra los ojos, pero sin salir de este mundo. Piensa, sueña con un mundo como quisieras. Aunque puedas pensar lo contrario, que pintas, ¡y mucho!. El pensar lo contrario es justo rendirse, y permitir que los que se creen que son los únicos que "pintan" se fortalezcan más en su mundo de egolatría. Tu pensamiento, y el de otros muchos como tú son los que con el tiempo conseguirán derrotar esas corrientes oportunistas que se empeñan en afectarnos".

 

Intento inculcar a mis hijas el buen comportamiento, la honestidad y el cumplimiento de las normas. Intento convencerlas que el ser una persona íntegra tiene siempre recompensa. Cada vez es más difícil argumentarlo, especialmente cuando el reflejo que ven en ciertos personajes es que hacen y deshacen lo que les apetece, jugando con recursos que son de todos para su bien propio, y no tienen "castigo". Al contrario, en algunos casos hasta se recompensa. En cualquier caso, persevero, a ver si en algún momento padecen su propio egoísmo: eso sí sería justicia.

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