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domingo, 14 de julio de 2013

Magia en el aire

¿Qué es una coreografía?
De las cuatro definiciones que da la Real Academia Española de la Lengua, solo me quedo con una: Arte de componer bailes.
De todas formas, creo que esa definición no le hace justicia, salvo por lo de usar la expresión "arte", que sí lo es.
Creo que la verdadera expresión de lo que es una coreografía se alcanza cuando un profano o desconocedor de la materia se sienta delante de un escenario y llega a entender lo que uno o varios bailarines transmiten con sus movimientos. ¡Eso es coreografía!
Transmitir, llegar y calar en los rincones sensoriales y emotivos de cualquier persona que lo vea.
Y si además llegas a entender la historia, sin que nadie te haya dicho de qué iba, es que tanto la coreografía como los que la ejecutan, son muy buenos.
Eso es lo que, una vez más tuve la oportunidad de disfrutar ayer, y con sesión doble, en un Cicca completamente lleno de muchas cosas:
Enfrente del escenario, lleno de público ansioso por ver que deparaba el espectáculo.
- Detrás de bambalinas, muchos protagonistas de muy diversa índole, llenos de ganas de enseñar lo que sabían y transmitir cada una de sus pequeñas o grandes historias, aunque ello supusiera carreras, prisas,… nervios al fin y al cabo.
Atrás quedaban meses y meses de trabajo, de problemas, de imprevistos, de desarrollo y gestación de cada una de las coreografías que ese día tenían que "nacer". Y nacieron…, ¡vaya si nacieron!.
Múltiples historias surgieron en el escenario, magistralmente contadas sin palabras, solo con gestos y movimientos. A veces, incluso sin música, ese acompañante que parece casi obligatorio para cualquier coreografía.
Puzzles desgajados que se iban uniendo una y otra vez formando en cada una de ellas un esquema distinto perfectamente engranado, sincronizado, con su justa medida, creando mil formas hasta conseguir escribir, gesto a gesto, movimiento a movimiento, la historia que nos habían venido a contar.
Desde un caos muy estudiado que se ordena y desordena, para finalmente volver a ser un fantástico caos controlado, hasta una magistral cuento de sentimientos, pasando por gráciles y diminutas figuras que con desparpajo e inocencia también contaban su historia, aquella que meses atrás empezaron como un juego, y que ahora construyen como parte de sí mismos, junto con toques de humor inteligente que iban dando forma a lo que todos ellos, protagonistas de su propio esfuerzo, construyeron en conjunto: UN ESPECTÁCULO.
Cats, Grease, Fama, Mamma Mia, Chorus Line, Cabaret, Chicago, Burlesque…, todos ellos fueron revividos de forma metódica y precisa,  pusieron los ánimos muy altos y prepararon el terreno para que los más pequeños evolucionaran después con su inocencia y frescura reclamando su hueco y, por qué no, advirtiendo a los más grandes de que vienen "transmitiendo" fuerte y que aunque "siempre hay un amigo en ti",  "yo también quiero ser el rey".
 Una ondanada de colores en el viento que nos llenaron de frescura y que dieron paso a un repertorio clásico que siguió elevando el listón, haciendo que los presentes deseáramos más, y más. Deseo cumplido: cuando los contenidos te llegan y te transportan, es que te han hecho partícipe de lo que hacen, y eso no tiene precio. Es cierto: "la belleza está en el interior". Y nos la hicieron salir…
Y para terminar, fuerza, pasión, brío, ímpetu, y todos los adjetivos que puedan imaginar: eso es lo que desfiló por el escenario secuestrándonos a todos los presentes y convirtiéndonos en co-protagonistas de algo que al principio desconocíamos y que ahora no queríamos dejar.
 
Lo mejor de todo: Las caras de los bailarines. Caras de disfrute y profesionalidad. Caras de estar convencidos de lo que contaban. Y caras de satisfacción al acabar.
Este año, todavía no se por qué, algo hizo que me fijara más en los finales de cada historia: qué composición era la escogida para poner el punto final a lo que cada una de esas historias contaba. Todos tenían un matiz distinto. Todos tenían una escenografía muy cuidada, un acabado digno de la mejor de las acuarelas, pero en vivo. Ninguno me defraudó. Al contrario, como amante de la fotografía que soy, cada uno de ellos me maravilló. Fueron precisos. Fueron preciosos.
Pero tengo que ser sincero, hay uno que me cautivó.  El de la última historia. Solo dos bailarines que después de desgranar de una forma algo desgarradora su historia acaban separados, y juntos. La escena final: impecable. Dos personas, un toque en un hombro y un gesto que lo dice todo. ¡Muy pocas veces he visto decir tanto con tan poco!.
Podía extenderme mucho más sobre lo vivido ayer, pero, me repetiría. Solo quiero acabar con dos reflexiones dirigidas a Rubén:
La primera, de gratitud. Gracias por compartir con nosotros ese buen hacer,  por conseguir que crezca la semilla de algo tan bonito en nuestros hijos y por hacerles ver que detrás de un esfuerzo (nada es fácil) siempre hay una recompensa, especialmente si se trabaja con gusto, dedicación y devoción por algo que se quiere, se ama.
La segunda: ¡10 años no es nada!. Lo mejor queda por venir…
 
JSR - Julio 2013

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