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sábado, 11 de abril de 2020

Planeta Esperanza



Y de tanto usarla, la ensuciaron,
y por no cuidarla, la rompieron,
y por no arreglarla, la tiraron,
eso si, no sin antes a todos vendiendo
que con ello estaban reciclando.
Pero ni eso supieron hacer
porque con su Egoísmo impidieron
que otros pudieran acceder
a hacer lo que ellos no hicieron,
dejando  prueba de sus ambiciones
y de su carencia de Voluntad
para encontrar soluciones
no solo para ellos, sino para la Sociedad.

Pero aún vejada y maltratada
consumiendo su última reserva de Dignidad
a los bordes de esperanza se agarraba:
todavía confiaba en la Humanidad.

Y ocurrió que alguien que por allí pasaba
se dio cuenta de toda la grandeza que encerraba
aun estando a todas luces desahuciada
simplemente por verla como era, y no como estaba.

La limpió, la adecentó, y en ejemplo la convirtió
con el que a sus descendientes poder enseñar
que un juez implacable no mucho tiempo atrás 
sin un juicio precio a un encierro nos condenó:
a vivir con nuestras miserias,
a reformular nuestros valores,
y no sin alguna dosis de histeria
a todos convertirnos en mejores.

Y sin querer de sus versos hacerme dueño,
“lo malo del después son los despojos
que embalsaman al humo de los sueños”.
Así lo decía Sabina con sus ojos de subversivo,
que si algo no quieres que se convierta en punto final,
solo tienes que añadir dos puntos suspensivos.

Y es que a mi entender, para vivir
Nos sobran motivos.

Gracias  Maica de Paz (@clippeer), por prestarme la imagen,
Como verás, las imágenes hablan, y a veces nos cuentan mucho más de lo que vemos, solo hay que “Mirar” un poco más:
- la metáfora del planeta en la basura
- la realidad de vivir de apariencias: decimos que reciclamos pero ni siquiera lo hacemos bien
-el egoísmo que nos impide ver que al dejarlo en la forma que lo hemos hecho, estamos impidiendo que el que venga atrás pueda depositar lo suyo.
- y posiblemente lo peor, la falta de voluntad por contribuir. No costaba nada quitarlo y ponerlo de otra forma..., algo tan sencillo.., pero seguro que fueron las prisas...

En estos días que nos toca vivir con esa condena sin juicio, seguro que más de uno se ha puesto a limpiar sus celdas particulares.
Limpiando, , limpiando, nos deshacemos de multitud de cosas que ahora consideramos innecesarias, y como nos jactamos de ser comprometidos con el medio ambiente, pues nos ponemos nuestra insignia de recicladores y procedemos a sacar todo aquello que nos estorba.
Reciclamos todo lo material que nos rodea.., pero de verdad ¿hemos reciclado lo más importante?
¿Nos hemos desecho de nuestros propios despojos como personas, eso que nos embadurna de hipocresía y no nos deja sacar a la luz lo mejor de nosotros mismos?
Gratitud, honestidad, respeto y sobre todo voluntad de, primero, querer ser, para después poder hacer.

En el “Libro de los Abrazos” de Eduardo Galeano hay un microcuento en el que compara el mundo con un mar de “fueguitos”.

“El mundo es eso, un montón de gente, un mar de fueguitos. Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tanta pasión que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se enciende.”

El problema es que los fuegos bobos siempre hacen mucha bulla, y los que brillan con pasión, a veces, terminan en eso...  quemándose.

Así y todo... para Vivir, nos sobran los Motivos. Sigue tu fuego pasional y que ése sea el único contagio al que a partir de ahora nos expongamos y padezcamos.
Y mientras eso sucede..., acuérdense de ir siendo felices.

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