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martes, 31 de mayo de 2016

Selección forzada



Erase una vez un barrio en el que sus vecinos habían construido hacía mucho una casa en la que dejaban vivir durante un tiempo a alguna familia con la condición de que administraran los recursos del barrio y lo hicieran progresar mejorando sus condiciones en todos los aspectos..

Con el paso del tiempo, el ser inquilino de esa casa se convirtió en algo muy deseado por las distintas familias del barrio, aparentemente por el protagonismo que daba, aun a riesgo de que ese protagonismo mermara el verdadero objetivo con el que se había construido esa casa: mejorar las condiciones y situación del barrio.

Llegado el final de uno de los periodos, tocaba decidir quién viviría en esa casa en el futuro inmediato. No tenían nada claro, no había ningún postulante que destacara de sobremanera sobre el resto. Por tanto convocaron  a una reunión a todos los que se habían ofrecido, incluido el actual inquilino.

El actual inquilino dijo: “Esta casa es mía”
Otro dijo: “Yo quiero esa casa”
El siguiente dijo: “A por ellos, que esta es la mía”
El último dijo: “Oigan, que si quieren yo me voy a vivir con ustedes”.

Como la cosa pintaba que no se iba a solucionar por sí sola, un árbitro intervino y pidió al que estaba en la casa actual que si quería seguir dirigiéndola, que se pusiera de acuerdo con los demás en la forma de hacerlo. Pero la respuesta fue negativa, cogió tal pataleta que no estaba dispuesto a poner en duda que la casa era suya.
Visto esto, el árbitro pidió al siguiente que, para evitar males mayores, se pusiera de acuerdo con los demás y buscara una forma de encontrar administradores que le acompañaran en la dirección de esa casa. Éste dijo que lo haría, el árbitro respiró profundo, y los vecinos, con cierta exceptitud, acogieron más o menos bien la noticia.

Cuatro meses después…,
El primero sigue diciendo que la casa es suya.
El segundo sigue queriendo la casa y ahora está enfadado porque los colegas le han fallado.
El tercero mientras juega al escondite se pasa el rato haciendo sumas y sumas a ver si le salen las cuentas y qué cromos cambia.
El cuarto sigue queriendo irse a vivir con los demás, pero ya pone condiciones.

Y como reza un dicho, “entre todos lo mataron, y él solito se murió”.
La casa sigue sin barrerse ni limpiarse, se le amontonan las telarañas, y ahora le piden a los vecinos que sean ellos los que se pronuncien sobre quiénes debieran dirigir la casa.
De hecho ya lo hicieron hace cuatro meses, pero no ha servido de nada.

Los vecinos se pronuncian, eligen a sus interlocutores y les dan el mandato de que se pongan de acuerdo en lo mejor para todos. Pero no lo hacen, y, encima, les vuelven a decir a los vecinos que vuelvan a pronunciarse.

Vamos a ver…, ¿y estos que han sido unos completos ineptos e inútiles y no se han puesto de acuerdo entre sí a nivel de andar por casa, son los que venden que por sí solos son capaces de ponerse de acuerdo con todos los pueblos de los alrededores?  ¡Anda ya!

Si tuviéramos una empresa que nos ha costado mucho esfuerzo levantarla y quisiéramos seleccionar a un candidato para dirigirla, haríamos un proceso de selección en el que examinaríamos muchas cosas. Se supone que al final escogeríamos al que consideramos el candidato más inteligente y adecuado, pero no para decirle cómo queremos que haga las cosas, sino para que con su inteligencia y capacidades nos ayude a mejorar la empresa. Eso sí, los principios de la empresa los dictamos nosotros.

Está claro que en el proceso de selección para los habitantes de esa casa, algo ha fallado. Posiblemente nos vendían inteligencia cuando lo que había era oportunismo. Nos vendieron unas competencias y capacidades que han resultado ser fallidas, al menos para el bien del conjunto de ciudadanos. Pero por encima de todo, nos vendieron interés común cuando lo que ha primado es un egoísmo exponencial de intereses muy particulares que no coinciden en nada con los de los vecinos.

La responsabilidad de designar ha vuelto a recaer en los ciudadanos, y por tanto, igual debiéramos afrontarlo como si de un proceso de selección se tratara. Para ello me permito enumerar algunos de los puntos que creo debieran tenerse en cuenta a la hora de decantarse por uno o por otro, teniendo en cuenta que no los conocemos en persona sino sólo del análisis de la información que nos llega y de los hechos resultantes.

Capacidades y competencias a valorar en nuestro posible candidato:
  • Capacidad de trabajo en equipo. ¡Uy!, creo que la inmensa mayoría aquí tiene un cero como la copa de un pino.
  • Flexibilidad y polivalencia. ¡Uy de nuevo!, creo que flexibles, lo que se dicen flexibles no lo han sido. Solo hasta donde su conveniencia les ha permitido. ¿Y la conveniencia de los ciudadanos en general?
  • Orientación al cliente. Si el cliente son los ciudadanos, que son los que tienen que comprar su proyecto, que realmente se vea que les interesa y preocupa, y no que son solo un medio para alcanzar su provecho personal.
  • Iniciativa, creatividad, innovación. Hace bastante tiempo que todos se repiten. Dicen lo mismo con distinta jerga y con mejor o peor campaña de marketing, pero los resultados están a la vista. Pero opiniones hay para todos los gustos.
  • Comprobar referencias. Inviertan un tiempito en mirar hacia atrás y ver si han sido consecuentes en su trayectoria. Si lo que defienden es un ideal o lo que mejor les convenga en cada momento. Y si sus posiciones en nuestro vecindario son las mismas que mantienen cuando visitan otros vecindarios.
  • Habilidades de comunicación (No vale plasma). Pero que esas habilidades no sean puro humo, sino que vayan acompañadas de compromiso y de que se cumple lo que se dice.
  • Seriedad, puntualidad y honradez. Aquí tiene un valor especial todo lo relacionado con la mentira (Mentir = decir o manifestar lo contrario de lo que se sabe, cree o piensa). Ahí lo dejo.
  • Idiomas. También ahí lo dejo.
  • Perfil personal: no miren solo sus logros profesionales. Entreténganse también averiguando cómo es su vida personal, su manera de convivir, su manera de relacionarse. Esto dice mucho de las capacidades de una persona y de su forma de entender a sus semejantes.


Importante: al hacer este proceso, piensen por ustedes mismos. Que no sean ellos o terceros los que piensen por ustedes.

Si después de repasar a sus posibles candidatos con estos puntos tienen más clara su decisión, ¡enhorabuena!. Si no es así, ¡mal asunto!: lo que hay no sirve.

En cualquier caso, y por si les sirve de ayuda, hay una premisa que dice que si quieres obtener resultados distintos, no hagas siempre la misma cosa.

Pues eso.


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