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viernes, 2 de julio de 2010

La Hipocresía también tiene clases...



Hace algún tiempo que, para desgracia de muchos, nos estamos viendo sometidos a un estallido de "creatividad televisiva" que bajo el adjetivo de ser un "Reality" parece que justifica cualquier aberración. Ese parasitismo sobre vidas ajenas y el tratamiento que de las mismas se hace teniéndolas al uso como bufones de la corte me da asco. Pero más asco me da el comprobar cómo hay personas que se prestan a jugar con su propia identidad, ya no digo oficial, sino la íntima y social.


Llega un momento en que ya no sabes qué parte hay de realidad y qué parte es ficción consentida, y eso al final se traslada a la imagen que de esas personas se transmite más allá de su mera participación televisiva.


Ayer, mientras estábamos en casa disfrutando de uno de esos pocos momentos en que estamos todos juntos, y gracias a las probabilidades aleatorias que siempre actúan sobre el mando del televisor, empecé a oír, y no pude evitar mirar, una serie de sandeces que, sinceramente, pensaba que nunca oiría, y menos que se dijeran en público, por sus propios protagonistas y encima absolutamente convencidos de que su verdad era la verdad por encima de todas.


El programa en cuestión se llamaba Mujeres Ricas y se emitía en la 6. Y a modo de contar lo que se supone es la vida cotidiana de 5 Mujeres Ricas, todas ellas relacionadas entre sí, en realidad lo que mostraba era una forma patética de vivir la vida. Eso sí, para ellas es "el must".


Las protagonistas: Dos hermanas vividoras del cuento que piensan que ayudar es ir bien vestidas; una vividora (y creo que incluso amargada) que satisface sus carencias organizando actos y sintiéndose anfitriona de todos; una empresaria (al menos de todas es la única que tiene negocios y hace que los gestiona) de la noche de Marbella, subida a un tren de lujo pero en definitiva jarrón con piernas, y, la última, esposa de un futbolista argentino (el fútbol no es fruto de mis apetencias por lo que no puedo dar más detalles), al que parece haberle ido muy bien o haberlo invertido muy bien materialmente por la forma en que despilfarra.


El denominador común a todas ellas: no tener ni pajorera idea de lo que es el mundo que les rodea, porque nunca han salido de su burbuja de caprichos.


Lo que se pretendía mostrar: la lucha de una de ellas por organizar una supuesta cena benéfica con "gente de bien" para ayudar a los niños de Almería, y sus "esfuerzos" por conseguir que las demás "invitadas" vinieran.


Lo que se vio: Hipocresía a todos los niveles. Ignoro cuánto se consiguió para esos niños (no lo dijeron) pero lo que sí se vio fue un desfile de personas que derrochan dinero. Dinero que no les ha costado ganar y del que se pueden permitir el lujo de desprender, pero no gratuitamente. Porque los que iban, esperaban algo a cambio. Al final todo se reduce a pagar un impuesto por tu mala conciencia y pensar que con eso ya eres un benefactor de por vida. Lo que se gastaron solamente en los trajes que se pusieron para el evento hubiera solucionado más de un porvenir de esos niños almerienses que se pretendía ayudar, y esto no es filosofía barata.


Pero lo mejor de todo: el enfrentamiento final entre la esposa del futbolista con las otras cuatro porque se negaba a ir a la cena a hacer el paripé. Eso sí, las razones no eran de voluntariado, eran más bien de elitismo, aunque en el fondo creo que era la más "inteligente" de todas aunque por su forma de expresarse muchos amigos no haga. Mención especial merece eta persona por lo poco que pude ver y lo mucho que desprendía: Por un lado cabreada porque no entendía por qué tenía que ir a una cena a codearse con "cotorras" para ayudar a niños cuando la ayuda podría hacerla directamente (chapó, aunque el fondo fuera el de protagonismo), pero por otro, por la mañana se gastaba 2400€ en 6 pares de zapatos (como quien compra verdura en el mercado), y por la tarde se fue a un centro de ayuda a menores para regalarles consolas, videojuegos, impresoras, etc.(a pagar su impuesto de conciencia). Entre todo ello, la imagen triste de sus hijos: personas de cerebro vacío, estresados porque salir de noche, todas las noches, o no tener nada que hacer durante el día (literal), les cansaba demasiado. Sinceramente, nunca he visto cerebros más secos ni mayor cantidad de sandeces o sinsentidos por "minuto cuadrado". A la vista de lo que oí, su vocabulario no debería pasar de 50 palabras. Triste para personas que no pasan de 20 años.


Lo peor: creen que lo están haciendo muy bien.


Y no soy yo quién los va a juzgar. Serán ellos mismos.


Con lo que me quedo: tener más claro si cabe lo que nunca he querido ser y confirmarme el camino por el que quiero ir (lo más lejos posible de esos modelos).


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