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viernes, 30 de julio de 2010

Rutina

Atrapado por la rueda de la rutina.

Rutina caprichosa.

 

El minuto es rutina: empieza y acaba en sesenta segundos.

La hora es rutina, se alimenta de 60 rutinarios minutos.

El día es rutina, necesita 24 rutinarias horas, y vuelta a empezar.

La semana, el mes, . .. todo tiene un ciclo de principio y fin, y vuelta a empezar.

 

Hace tiempo me cansé de la rutina. La rutina no es la cadencia, es lo que se ve atrapado en ella. Si aquello de lo que has llenado un minuto termina sin causarte interés, no te sirve de nada, se convertirá en rutina, y esto lo podemos llevar a la magnitud más grande de un ciclo con principio y fin, hasta poder decir que tu propia vida te convertirá en rutina o no.

Todos tenemos una parte de rutina, siempre necesaria para alcanzar otros niveles. Pero no nos dejemos gobernar por ella. Lo interesante está siempre más adelante.

Mi mochila va llena de muchas cosas: historias, recuerdos del pasado, ansias de futuro, etc. Y nunca planteo el tiempo como algo finito. Si lo hiciera la ansiedad sería mi compañera. Y no me produce ninguna sensación placentera que así sea.

He convertido un minuto de rutina en un minuto de gloria, simplemente dejando de ver lo evidente, y mirando más allá. Lo evidente es lo primero que asoma a nuestros ojos. Pero no somos tontos. La riqueza de nuestro entorno, ya sea físico o sensorial es infinita, y en nuestra mano está el no apoyarnos siempre en lo que nos hace daño.

La queja de por sí, sin hacer algo para evitar lo que nos angustia, no sirve de nada. Será nuestro consuelo barato, pretendiendo que la culpa es de los otros, y que es obligación de los otros el proporcionarnos las soluciones, cuando en buena parte de los casos solo depende de nuestra propia conciencia y proposición.

 

El mar es rutinario, olas que van y vienen, que suben y bajan. Pero no hay dos olas iguales. No hay dos mareas iguales. Todo va acompañado de una fanfarria de hechos aislados que en su conjunto forman algo digno de ver.

Y lo que es peor, lo pasado ya no lo podrás volver a experimentar. Solo recordar. Pero desgraciadamente el recuerdo se suele poner amarillento, y perdemos la percepción que a cada momento le acompañaba.

 

¡Quisiera ser el dueño de una cantidad ingente de rutina para poder manejarla y llevarla a mis más altos niveles de disfrute!.

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